Qué difícil es encontrar tomates de pueblo en el centro de la ciudad, ¿verdad? O miel producida no muy lejos y a un precio razonable. O frutas y verduras de temporada que no vengan envueltas en plástico, sepan a plástico y que a ti te cuesten 3 euros el kilo en el súper y al agricultor le hayan pagado 15 céntimos y que con eso no pueda ni cubrir los gastos de la cosecha.
Vivo en un barrio – barrio, con pequeños negocios de frutas y verduras que compran a productores nacionales, pollerías y carnecerías – en español antiguo –, mercados tradicionales, o panaderías que cada día producen pan fresco… sin embargo no sé realmente cómo se han producido esos alimentos, qué productos químicos se han utilizado en su cultivo, cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores, cuánto se les paga a los productores primarios o realmente cuántos kilómetros ha hecho ese mango hasta llegar a mi despensa.
[spreaker type=player resource=»episode_id=41394729″ width=»100%» height=»200px» theme=»light» playlist=»false» playlist-continuous=»false» autoplay=»false» live-autoplay=»false» chapters-image=»true» episode-image-position=»right» hide-logo=»false» hide-likes=»false» hide-comments=»false» hide-sharing=»false» hide-download=»true»]Si estas cuestiones te interesan, puede que te hayas interesado por otras maneras de consumir productos menos industriales, por un tipo de consumo alternativo como el que proponen los grupos de consumo. Los grupos de consumo nacieron como grupos de personas que se organizaban para hacer un gran pedido a productores locales o lo más cercanos posible a la ciudad, y que una vez a la semana o cada quince días, recogía su pedido de productos frescos y de temporada en tiendas o bares que se prestaban para hacer el reparto. Evolucionaron para que la gestión de los pedidos y la relación con los pequeños productores se centralizara y fuera más operativa, y los hay que llevan ya funcionando muchos años, y casi siempre en forma de cooperativa, como por ejemplo Ecosecha a los que conozco bien, como Bajo el Asfalto está la Huerta, o BAH, en Perales de Tajuña, de la que nos habló Manuel Flores, desde el propio terreno, ya que es cooperativista y trabaja allí como hortelano.
Así comenzaron en la cooperativa La Osa, como un grupo de consumo surgido al calor de las sacudidas ideológicas que provocó el movimiento 15M. José Antonio Villareal, Villa, es el fundador junto a Tomás de la tienda de productos ecológicos Dosdecológico en la plaza del Dos de mayo en Madrid en 2016, que más tarde se pasaría a Noviciado y se convertiría en una cooperativa de consumo bastante grande, y que ahora ha dado el salto a crear un gran supermercado cooperativo en la avenida Asturias 57, en la Ventilla. Un supermercado al que te puedes unir como cooperativista pagando 100€, la única forma de poder comprar en su superficie de 400 metros cuadrados.
Para lograr este salto cualitativo, Dosdecológico se unió a MARES, un proyecto de economía social y solidaria que busca fomentar iniciativas productivas y transformar la ciudad de Madrid en alimentación, movilidad, cuidados, etc. ¿Qué es esto de la economía social y solidaria?
VILLA – es una economía alternativa que pone a las personas en el centro y el cuidado del medio ambiente. Y que fundamentalmente trabaja la equidad para que tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones todas las personas, en este caso con una visión bastante feminista en el sentido de igualdad pero en derechos y obligaciones, lo que llamamos equidad.
Respecto a la visión feminista, me cuenta Villa que se debe a que estamos viendo cómo las mujeres estamos liderando esta nueva transformación de los hábitos de consumo. De hecho, la mayoría de los casi mil cooperativistas son mujeres, y es que Villa cree que es el momento de que la mujer de un paso hacia delante, de intentar que la economía de los cuidados, que la economía de la equidad esté en el centro.
Escuchamos un poco más de la conversación que mantuvimos Villa y yo cuando aún se podían hacer estas entrevistas en persona… solo que decidí emitirla cuando tuviera sentido, cuando se acercara la fecha de apertura del supermercado, que abrirá sus puertas a sus casi mil cooperativistas en noviembre o diciembre de este 2020.
Esto es un salto cualitativo muy importante desde los grupos de consumo que se vienen dando en Madrid y en tantas otras ciudades desde hace 20 años. Desde el “me voy al pueblo – tráete una ristra de ajos”, luego ya se fue uniendo más gente, se fue organizando mejor, hasta un supermercado en Tetuán que vais a montar, otro supermercado en Getafe que se va a hacer, otro en Lavapiés que también se está proyectando… ¿Cómo ha sido ese salto? ¿Qué lo ha propiciado?
VILLA – El salto de escala fue propiciado por el agotamiento del sistema. El sistema de consumo de grupos llegó un momento en que teníamos que generar una alternativa más sostenible a la mayoría de la población. Los grupos de consumo son pequeños grupos de 30-40 personas como máximo (hay alguno de 70), que se suelen agotar cuando las personas cumplen ciertas edades y tienen o más responsabilidades familiares o más responsabilidades laborales. Entonces, visto que el grupo de consumo hace dedicar mayor número de horas al mes, a partir de MARES, nos ofrecía otros modelos de éxito que habían surgido en Estados Unidos y en París, aquí muy cerquita en Francia, y a través del visionado (que no se lo pierda nadie) del “Food Coop” (el documental que presenta el modelo del supermercado cooperativo y participativo). Con lo cual, nuestros referentes internacionales están en Nueva York y en Francia, y todo esto está generando una especie de ola. En Francia, a partir de La Louve surgieron 36 nuevos supermercados cooperativos por toda la geografía francesa. Ellos han abierto su segundo supermercado cooperativo y participativo (ya tienen el primero con más de 8000 cooperativistas), hemos estado en París en trabajo real, y después de 3 años tienen un negocio sostenible. Porque recordemos que un supermercado cooperativo y participativo es un modelo de negocio, es innovación social y es una alternativa a los supermercados convencionales.
¿Y esto de la viabilidad económica cómo se consigue? Estos proyectos son iniciativas tradicionalmente marginales, porque llegan a un reducido número de personas. Y sin embargo, en La Osa quieren dar el salto para generalizar este consumo a precios asequibles. Experiencias como la que hemos hablado del Park Slope Food Coop en Nueva York, que lleva abierto 40 años, o La Louve en París, han demostrado que este modelo puede reducir el precio de la cesta de la compra entre un 20 y un 40 por ciento.
VILLA – Ahí es donde está el gran secreto de los supermercados cooperativo y participativo. Es una superficie grande (800 m2 en nuestro caso) en la Avenida de Asturias nº 57, con una superficie de venta de 400 m2, y en ella vamos a encontrar productos ecológicos pero también convencionales. Solamente van a poder comprar las personas cooperativistas. Y para poder tener ese privilegio de compra, esas personas tienen que trabajar 3h dentro del supermercado cada 4 semanas. Si compramos para miles de personas y asumimos todo el trabajo de un supermercado, los precios van a ser muchísimo más asequibles. Estamos hablando de buenos productos a buenos precios. El descuento para los socios será de entre un 20 y un 40% de productos de cercanía, de temporada, con sistemas de producción controlada, donde los trabajadores están cobrando lo justo, en el que es la comunidad la que demanda qué productos necesita para completar su compra. En un mismo espacio se podrá hacer toda la compra. Ahora mismo, hemos detectado que en Madrid hacer una compra de cercanía, de productos de proximidad, de temporada, es realmente complicado. Tenemos que hacer una gynkana para hacer la compra: en un sitio la fruta, en otro la verdura… Eso es sostenible en una época de tu vida en la que las responsabilidades son más ligeras, pero luego es como con los grupos autogestionados, las tareas y la carga de trabajo alrededor de ellos son demasiados. Esto todo lo podemos hacer en el supermercado siempre que seamos miles de personas.
Has hablado de EEUU. Vamos a retrotraernos un poquito al proyecto inicial (PREGUNTA ANTERIOR) ¿Por qué ha tardado tanto en generalizarse esta iniciativa? 40 años!
VILLA: fundamentalmente yo creo que es por las condiciones. Cuando se generó el Food Coop en NY eran los años ’70. Había una gran efervescencia social. Los movimientos sociales estaban marcando la agenda, había empresas alternativas, y sobre todo había situaciones alternativas. Así como nosotros nacimos al calor del 15M, ellos nacieron al calor de esta nueva manera de ver las cosas. Luego en EEUU llegó el neoliberalismo, que defiende unos valores totalmente diferentes a los que defiende Park Slope Food Coop, y se quedó aislado de todo esto. Son las circunstancias las que mandan lo que es la recuperación de los valores como el compromiso, el esfuerzo, la cooperación, la sostenibilidad, el decrecimiento, ese tipo de valores que muchos las hemos vivido. Hemos visto cómo generaciones antiguas eran tan felices o más como nosotras, pero también austeras. Utilizaban una bolsa nada más, no tenían esta forma de consumir totalmente desaforada que ahora mismo tenemos.
La malla que se llevaba a la frutería y que ahora ha vuelto.
VILLA Efectivamente, yo creo que son las condiciones. Las condiciones que ahora mismo está marcándonos el planeta y la saturación o la insatisfacción del modelo socioeconómico en el que vivimos hacen que tengamos que generar alternativas.
Hay iniciativas en más de 50 ciudades como Bruselas, Paris, Madrid, Estocolmo, Parma, aparte de que se va a montar un congreso nacional de cooperativas en España ¿Red de ciudades y una red a nivel europeo?
VILLA Por supuesto Paula. 2020 es el año de los supermercados cooperativos y de la OSA. Pero sobre todo, de una ola que es imparable. Ahora mismo es imparable todo lo que es montar supermercados cooperativos. Hay distintos modelos, pero luego los hay con diferente grado de participación. Hay solamente para cooperativistas y otros donde puede entrar todo el mundo pero a diferentes precios. Igual que aquí en Madrid hay 3 proyectos, ahora mismo en Barcelona hay uno, en Manresa hay otro, en Zaragoza hay un proyecto vivo, en Álava también está Bio Alai, el otro día nos llamaron las compañeras de Bio Tremol de Alicante que también quieren participar en este congreso. Con todo esto, hay entre 10 y 15 iniciativas en desarrollo: unas ya desarrolladas y ya con práctica, como son Alimentació en Valencia que tiene un modelo de 200 m cuadrados donde pueden comprar tanto cooperativistas como no cooperativistas. Y luego están proyectos como el nuestro y otros que se están generando en Barcelona que van a ser solamente para cooperativistas. Todos tenemos en el ADN la cooperación y la sostenibilidad medioambiental. El tratar de alimentarnos de una manera alternativa. Y de esa manera alternativa la estamos construyendo entre todos y entre todas.
El proyecto de la Osa se basa en un movimiento creado por John Ronsheim, extraordinario profesor de Música y Arte y pionero en el movimiento «Good Food » ¿En qué consiste este movimiento?
VILLA Fundamentalmente dice “vamos a cuestionarnos cómo nos alimentamos y vamos entre todos y entre todas una manera alternativa de alimentarnos”. Además, es recuperar muchos de los hábitos que los hemos visto ya. Afortunadamente, el neoliberalismo es algo que se introdujo a partir de los años 70. Antes había mecanismos de consumo – porque vivimos en una sociedad de consumo y el consumo es una gran herramienta que tenemos ahora mismo las personas dentro de nuestro sistema. Entonces vamos a intentar alimentarnos de una manera sostenible y mucho más de acuerdo con el medio ambiente.
¿La forma en que compramos tiene consecuencias?
VILLA Muchísimo. La forma en que compramos es un acto político. Estoy muy de acuerdo con nuestras compañeras que lo llaman carro de combate. Significa que todo lo que nosotros vamos comprando lo hacemos al final de una manera política. Con lo cual, nuestra decisión de compra es un acto muy transformador. Y si poco a poco nos vamos juntando personas, cuantas más personas mejor, que consumamos de una manera consciente, alternativa, responsable, vamos a forzar a las autoridades a lo que es para mí lo más importante: que se produzca de una manera sostenible. Si los consumidores demandamos un tipo de producto que podamos comernos un tomate, pero ese tomate nos proporcione el suficiente alimento para poder desarrollar todas nuestras tareas y no tengamos que comprar 7 tomates, ahí es por donde van a ir los tiros. Tenemos que ir poco a poco reduciendo nuestro consumo y aplicar el menos es más. Yo siempre digo que hay que intentar consumir menos, pero de más calidad. Menos en besos y abrazos, siempre menos es más. Vamos a intentar aplicárnoslo a nuestra vida. Yo desde que lo aplico a mi vida he notado un cambio en mis hábitos de consumo. Yo no creo que haya que dejar de comer carne, sino que hay que comer menos carne pero que sea de pasto, que sea sostenible, que sea de ganadería extensiva, y no de ganadería intensiva que es la mayoría de las carnes que estamos consumiendo sobre todo en los centros comerciales.
Sí, es que además esto lo dice la ONU. Con el prisma de la amenaza climática, ha recomendado cambiar nuestra dieta para comer menos carne, menos procesados, y así reducir problemas como la obesidad y la diabetes, y además reducir así nuestra huella ecológica. Cuando ya lo dice la ONU es que no son unos pocos locos.
VILLA Detrás de todo esto hay un montón de personas concienciadas, que nos hemos dado cuenta de que no podemos seguir así y a veces simplemente hay que recuperar antiguos saberes. Imagínate esos saberes, con toda la base tecnológica que hay ahora, podemos hacer herramientas mucho más sostenibles y mucho más de reparto. El siglo XXI tiene que ser el siglo del reparto: del reparto de ideas, donde la cooperación real no sea una herramienta ideológica. La cooperación real va en el ADN de las personas , que somos seres sociales por naturaleza. Este proceso de individualización que ahora mismo el mercado y las sociedades están sosteniendo es insostenible. Y además es algo que es artificial y que está fuera del ser humano. Vamos a intentar recuperar aquello que otras generaciones asumieron como positivo. Y vamos a introducirle todas las herramientas nuevas del siglo XXI y que hemos creado durante el siglo XX. Creo que esta unión no es una unión difícil, es sencilla, lo único que hay que hacer es no tener miedo, ir para adelante, y ver que lo que estábamos haciendo hasta ahora ya no nos vale.
Muy interesante todo esto que nos cuenta Villa, ¿pero y si yo lo que quiero es salir a comer a un restaurante que se guíe por estos valores?
Bueno, en Madrid existe una opción que de momento es el primer restaurante cooperativa en Madrid, llamado El Fogón Verde, y que abrió hace 4 años en la calle Alameda, 4. El modelo de negocio detrás de un restaurante aparentemente normal es muy peculiar: se trata de ofrecer una alternativa socialmente ética y medioambientalmente consciente a la hostelería tradicional.
Si te das una vuelta por su web, no vas a encontrar una carta donde se enumeren platos, ingredientes y precios, sino todo un manifiesto ideológico en el que se explica que el restaurante es 100% agroecológico y vegetariano, cooperativista, y que se engloba dentro de la economía social. Para entendernos en cuanto al aspecto cooperativista que hemos visto con LA OSA, El Fogón Verde lo forman cuatro socios trabajadores en el establecimiento y un quinto socio, una cooperativa ambiental, CICLOS, además de dos empleados.
CICLOS tiene varios proyectos, entre ellos una tienda ecológica (A Salto de Mata, en Lavapiés) y ECOMARCA, una distribuidora de productos agroecológicos a la que están adheridos muchos grupos de consumo y que provee al Fogón Verde de casi la totalidad de productos con los que elaboran sus menús.
Esto significa que el restaurante mantiene un vínculo muy estrecho con los proveedores, pequeños productores, las huertas y las cooperativas que les venden a ellos. De esta forma se eliminan intermediarios que, según denuncian desde El Fogón Verde, pagan una miseria a los agricultores y productores de alimentos… y el precio que encuentras en el supermercado es un 400% más caro de lo que se paga al productor.
¿Y en qué se refleja que trabajen con producto fresco, de temporada y de productores locales o nacionales pertenecientes a cooperativas o dentro del mercado social? Pues si te acercas a comer, no se te ocurra pedir la carta, porque no tienen. Cada díaelaboran un menú con los productos que les llegan a través de este modelo de distribución.
He hablado con el cofundador del restaurante cooperativa, Eduardo Cimadevila, sobre la viabilidad de estos modelos de negocio en hostelería y la filosofía que hay detrás.
EDU: El restaurante se sustenta en tres pilares: uno es el cooperativismo, otro es el vegetarianismo (somos un restaurante vegetariano, no somos veganos aunque el 90% de nuestros platos son veganos) y es un restaurante agroecológico. Lo agroecológico va más allá de lo ecológico. Contempla otras variables, no solo que sean productos que han crecido sin tóxicos (sin pesticidas, etc), sino que también que sean de producción local, también que la producción responda a unos valores y una ética laboral, entre otras cosas, los productos no vienen de monocultivos, apoyamos a los productores locales y de esta manera se fija el empleo al territorio, colaboramos con que no se vacíe la España ya bastante vaciada, etc etc.
En cuanto a la propuesta gastronómica, ofrecen un menú del día, no tienen carta, y es que cada semana tienen que cocinar con los productos que llegan de las huertas. Son productos frescos, de temporada, pero claro, a veces se echa a perder algún lote por lluvias, por alguna plaga… los retos de la agroecología.
Todo un reto de creatividad para diseñar el menú, para el cocinero, y también para los consumidores. ¿Cómo están respondiendo?
EDU: Tenemos afortunadamente mucha clientela habitual que valora mucho la naturaleza curiosa del Fogón y de hecho dicen que se nota que es un producto fresco, que está cocinado sin hacer trampas, sin aditivos, sin utilizar ningún producto preelaborado como las salsas o los medallones, que es como se suele llamar a las hamburguesas vegetales. Todo esto lo conoce la gente y lo valora, y por supuesto que está muy rico.
Al igual que las otras propuestas de consumo cooperativo que hemos conocido en este episodio, lo que buscan Edu y su equipo es popularizar los productos de la agroecología mediante precios asequibles, y que los precios no se hinchen artificialmente en los pasos intermedios de la distribución.
EDU: Bueno, nosotros queremos que los productores cobren unos precios justos por su trabajo y por sus productos, y también nosotros lo que estamos haciendo al formar parte de la distribuidora del proyecto es eliminar intermediarios que son los que elevan mucho los precios. Nosotros compramos prácticamente al productor, con ese mínimo margen que se lleva la distribuidora, pero que bueno, que la distribuidora es otro proyecto hermano nuestro y también tiene que sacar su pequeño margen. Dentro de que son productos agroecológicos que tienen un precio más elevado, los grupos de consumo es otra manera más de acceder a estos productos que no es en un supermercado y que te los hace más accesibles.
Pues es un modelo muy interesante de restaurante, ¿existen más como el vuestro?
EDU: Pues creemos que no por lo menos en Madrid. Sí que tenemos noticia de – no recuerdo si en el País Vasco o en Navarra – una cooperativa de mujeres que también estaban montando un restaurante con unos valores y una manera de funcionar muy parecidos a la nuestra – de hecho, una compañera conoció a alguna de ellas y como que nos conocían. Nos hizo mucha ilusión y nos sorprendió que éramos un referente para ellas. Entonces en Madrid creo que somos el único proyecto con estas características, pero alguno más hay por ahí y espero que sigan surgiendo más.
Me parece interesante porque parece que se está creando un ecosistema para este tipo de proyectos. ¿Tú qué crees, que hay una efervescencia en torno a este tipo de proyectos?
EDU: Sí, cada vez más gente se está concienciando en este sentido, de la locura que es el modelo actual de la agroindustria, de la distribución, de la venta de alimentos, y bueno, de alguna manera yo creo que es algo lógico: va creciendo la demanda, va creciendo la inquietud de la gente y lógicamente van surgiendo las respuestas, porque están organizadas desde la propia gente. Pues como levantar un restaurante con este modelo, como los diferentes supermercados cooperativos y también La Osa que son productos ecológicos… Bueno, yo creo que está siguiendo un curso natural, tal vez 20 años más tarde que en Europa donde esto está ya más asentado.
Sí que es cierto que existía una carencia muy grande, un vacío muy grande en torno a otros modelos de consumir en la ciudad, en las ciudades españolas por ejemplo. Este tipo de proyectos vienen a llenar ese vacío y a ofrecer una alternativas a las personas que quieran consumir de una manera distinta en el centro de las grandes ciudades, en los centros urbanos.
EDU: Claro, desde luego, además que el propio surgimiento de estos modelos creo que va a generar un círculo virtuoso en el que digamos que visibiliza este mundo que ya existía en los grupos de consumo, que queramos o no, son algo más oculto. No hay un escaparate de un grupo de consumo. Llega la furgoneta con todos los productos a un local determinado donde se descarga todo, la gente del grupo de consumo distribuye todos los productos, hace las cestas, la gente va entrando y se lo va llevando. Este sitio puede ser un centro cultural, un bar que no ha abierto todavía porque es a media tarde… esto de alguna manera oculta, no hace visible esta realidad. El que haya supermercados, el que surjan restaurantes da una visibilidad a una realidad que yo creo que la va a potenciar, porque la va a conocer más gente y yo no tengo ninguna duda de que va a ir a más. No sé hasta qué punto puede escalar esto, pero desde luego a más va a ir.
Sí que es cierto que era una cosa que estaba como muy oculta y que era muy minoritaria a personas que conocían, o que estaban en estos ambientes, pero para el público mayoritario no era algo ni muy conocido, y a lo mejor tampoco logísticamente mucha gente puede estar en un día determinado a una hora determinada para recoger el pedido, llevárselo a su casa, ir a un sitio… esto viene un poco a facilitar ese consumo que en los centros urbanos es necesario facilitarlo para que se popularice.
EDU: Totalmente de acuerdo, hasta ahora todo esto tiene mucho de militancia y no todo el mundo tiene tiempo o le pilla cerca… hay dificultades en la gran ciudad y yo creo que es verdad que esta nueva situación va a facilitar a mucha gente. Ahí veremos cómo responde el público más allá de estos círculos ya concienciados y que conocen esta realidad y demás. ¡Yo estoy seguro de que va a ir bien!
¿Y qué otras propuestas podría haber para que la gente pueda alimentarse de esta manera? Hemos hablado de los restaurante como el tuyo, que de momento sólo estáis vosotros, de los grupos de consumo, hemos hablado de estos supermercados cooperativa… ¿qué otras iniciativas crees que puede haber para consumir de una manera más consciente, más ecológica?
EDU: A mí ahora mismo se me ocurren los huertos urbanos, que recibieron un impulso desde la administración municipal con el anterior equipo de gobierno bastante potente, o por lo menos se facilitaron ciertas cosas como espacios, para cultivar, y no se pusieron trabas. Lamentablemente la situación no es la misma ahora mismo, no se dan tantas facilidades, no hay una apuesta desde la administración local que es quien debe potenciar este tipo de proyectos de huertos urbanos. A mí se me ocurre esa iniciativa ahora mismo, seguro que hay muchas más, pero también es una que visibiliza mucho, crea red, se ha animado gente muy variada en estos años pasados, da una vida a estos barrios en el sentido natural que no tenían… y luego es muy gratificante el acabar comiéndote algo que has cultivado tú y que has recolectado tú y que has estado cuidando tú. Y digamos que es un acercamiento a ese sector primario tan alejado de las ciudades.
BIBLIOGRAFÍA Y MÁS RECURSOS:
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