El origen de la misoginia: la dominación de la mujer y la Naturaleza

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Hola! Qué tal, cómo estáis? Yo esta semana en la que hemos tenido que volver a salir a las calles por un nuevo día mundial de la lucha contra la violencia machista, me estoy preguntando de dónde viene ese odio ancestral del hombre hacia la mujer y la violencia machista que se cobra tantas vidas de tantas mujeres cada año, un problemón social del que hemos hablado en su vertiente más actual en la entrevista a Elisa García-Mingo sobre misoginia digital… y dado que aquí hablamos de antropología y que estamos yendo a las raíces, vamos a empezar por un buen mito.

Los mitos son la manera que las culturas tienen de explicar sus cosmovisiones, es decir, cómo entienden el mundo, cómo se creó y cómo debe ser, y de aleccionar a la población sobre sus derechos y deberes y sobre lo que les puede pasar si infringen las normas. Y los mitos griegos eran muy claros a la hora de transmitir a las mujeres su propio lugar en la sociedad: el de no-ciudadanos, sin derecho a voz ni voto, sometidas a la autoridad del varón y confinadas en casa donde se dedican a la crianza de los hijos.

¿Conoces el mito griego de Medusa, que habla del monstruo con cabello de serpientes y mirada que te convierte en piedra también conocido como Gorgona? Sí, haber nombrado a las medusas que te habrán dado una buena descarga en alguna playa en base a esa imagen tiene sentido.

El mito de Medusa/Gorgona

Ahora te lo cuento, pero primero, que sepas que se cree que el concepto de la gorgona es casi tan antiguo en la mitología griega como Perseo y Zeus, y de hecho algunos investigadores creen que esta diosa, cuya cabeza llena de serpientes se coloca en la entrada de los templos como protección, tiene orígenes primitivos en la antigua religión griega, en el Neolítico.

Verás, el mito se ha contado de muchas maneras y de hecho en la antigüedad se hablaba de Medusa y sus dos hermanas inmortales como monstruos antiguos, hijas de monstruos del mundo arcaico, pero el poeta romano Ovidio en “Las metamorfosis” plantea una versión bien diferente, y esta es la que te voy a contar y luego verás por qué.

Resulta que Medusa, antes de convertirse en el horrible monstruo de la Gorgona con cabello de serpientes y mirada que te convierte en piedra, era una joven de belleza fascinante, una sacerdotisa en el templo de Atenea, y como tal, era virgen. Sus cabellos largos y dorados llamaron la atención del dios del mar, Poseidón, quien un día la contempló mientras se bañaba desnuda para purificarse antes de entrar al templo.

Poseidón quedó prendado de ella, y claro, quiso poseerla. Medusa se negó porque estaba consagrada al servicio del templo y para ello debía ser virgen… ¡y seguro que alguna razón más tendría, no sé, que en ese momento no le apetecía, que el dios del mar era súper feo con todas esas escamas… vamos, que no quería! 

Pero claro, el consentimiento es un concepto que solo ahora se ha legislado. Y Poseidón, como Zeus, entendía que toda mortal podía ser poseída carnalmente, (todo un honor para ellas) e hizo uso de la violencia para violar a Medusa en el templo de Atenea. Medusa quedó humillada, como también quedó profanado el templo de Atenea. La diosa, al enterarse, montó en cólera y prometió vengarse.

Contra Poseidón, dirás. Poseidón viola, Poseidón ultraja, ¿no? Pues no, querida humana, contra Medusa! Medusa, la mujer, la mortal, sufrió una terrible maldición. Se convirtió en un monstruo de piel de serpiente y horribles ojos centelleantes que convertían en piedra a todo aquel desgraciado que osase sostenerle la mirada… y su rubia melena, antes bellísima y resplandeciente, se transformó en una maraña de serpientes, al tiempo que sus colmillos crecían como los de una cobra…

Claro, Medusa estaba bien jodida, y como tal, empezó a causar grandes estragos entre la población… hasta que el rey Polidectes de Sérifos envió al héroe Perseo a darle muerte para hacerse con su cabeza, que tenía el poder de petrificar a quien la mirara. Pero asesinar a Medusa, al monstruo, no era tarea fácil, y los dioses del Olimpo se movilizaron para ayudar a Perseo: Hermes le dio unas sandalias aladas, Hades el casco de la invisibilidad, y Atenea una espada y un escudo espejado… Y este escudo fue el que utilizó Perseo para acercarse a Medusa mientras dormía mirando el reflejo para evitar quedar petrificado, y en el momento que ella abrió los ojos, él le cortó la cabeza de la que emergieron el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor… una cabeza que le entregaría a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida, para atemorizar a sus enemigos en la batalla y convertirlos en piedra.  

Fuerte el cuentecito, eh? Pero espera, que no me he presentado! Por si aún no me conoces, soy Paula Martín, periodista y antropóloga, y esto es “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?” el podcast en el que hablamos de la época en la que vivimos, el Antropoceno, y en el que en esta ocasión vamos a explorar el origen de la misoginia y qué tiene esto que ver con la dominación de la Naturaleza por el hombre y la crisis climática en la que estamos sumidos en la actualidad.

La moraleja: introducing la cultura de la violación

Vale, te he contado el mito de Medusa, y hay varias cosas que analizar aquí: lo primero de todo, es el concepto de culpabilidad de una violación, que se dirige siempre a la mujer: Medusa, la joven violada, que es la que recibe el castigo de la monstruosidad y del asesinato. 

La violación es al mismo tiempo la humillación defitiniva hacia las mujeres, un arma de guerra reconocida en conflictos bélicos que se efectúa sobre las mujeres para humillar a un pueblo entero; y también un castigo contra ellas, contra nosotras, por un lado por la culpa de no acceder a los deseos sexuales del hombre, al que según el sistema misógino en el que se basa el patriarcado le debemos proporcionar sexo cuando él lo desee, y por otro lado por la culpa de corromper al hombre, que es un ser puro y espiritual. 

Y con esto se nos presenta la cultura de la violación. Una expresión acuñada por el feminismo de los años 70 en Estados Unidos para señalar la prevalencia y aceptación de la violencia sexual mediante una estructura que justifica y normaliza las agresiones sexuales hacia las mujeres. 

¿Cómo? A través de prejuicios y estereotipos de género sobre los que hay una gran aceptación social. Que acaban provocando un doble efecto: por un lado la impunidad de los agresores y por otro la culpabilización de las víctimas. Igualito que Medusa y Poseidón. Si te fijas, no hemos vuelto a hablar de él. Sin embargo, hemos mencionado que ella era increíblemente hermosa, verdad? Pues esto mismo dice ONU Mujeres: “Con los hombres ya se sabe…”, “estaba borracha” (que también se puede decir “llevaba minifalda”) o “las mujeres dicen no cuando quieren decir sí” (y aquí recordamos a los artistas del ligue propios de la misoginia digital… te suena?)

Pero no es solo la justificación, sino incluso la glorificación de la violencia sexual, ya que esta se realiza por parte de hombres poderosos y viriles… sobre mujeres que parecen no quererlo, tratar de huir, resistirse… y sin embargo al final “lo estaban deseando”. Es decir, la cultura de la violación está tan dentro de nuestra socialización, que incluso forma parte de las fantasías sexuales de muchas mujeres. Y esto lo vemos en el porno, por ejemplo, y lo vemos por desgracia últimamente en casos de violaciones múltiples entre menores de edad.

Pero sigamos:

Esta dislocación de pensamiento, que dicta que el hombre está a la vez sediento de sexo y que es un ser casto, lo vemos en pensadores de principios del siglo XX como Otto Weininger, paradigma del antifeminismo moderno que escribió “Sexo y carácter” y luego se pegó un tiro. (cariño, yo qué sé, habértelo ahorrado, ¿no?)

Weininger, a pesar de dejar poca obra publicada, fue un filósofo que influyó en gente con tanta simpatía por las mujeres como Sigmund Freud o Adolf Hitler, para quien el «hecho original» es la espiritualidad del hombre, y el ideal de la virgen nació cuando el varón proyectó su deseo de pureza hacia la hembra. Mientras que por otro lado, la fascinación que el hombre siente por la mujer proviene de su «caída»: la mujer exige al hombre sexualidad, pues sólo a través de su sexualidad adquiere ella una existencia. Vamos, que si no nos poseen y nos ‘dan’ hijos, no nos quedamos contentas y realizadas.

O sea, el hombre busca los cielos y la mujer busca revolcarse en el estiércol como las bestias y atraer al hombre a esta bajeza, en una clara identificación de la mujer con la Naturaleza y la bestialidad, y es que los filósofos desde Aristóteles nos daban ya un carácter de máquina sin mente ni sentimientos. Vamos, como los animalicos.

Y esto nos lleva al segundo aspecto central de este mito de la Medusa y es que en los primeros cultos, desde el Neolítico, estaban presentes las diosas madre, ya que de ellas provenía el misterio de la concepción de un nuevo ser humano, de la maternidad, de la fertilidad, la madre Tierra, y de ahí, el misterio de la vida.

De hecho, el propio mito de Medusa/Gorgona pudo tener su origen en la justificación de la abolición de cultos a poderosas deidades femeninas antiguas como la diosa Luna en Caria, una antigua región histórica situada al suroeste de la actual Turquía que fue invadida por los helenos y cuyas sacerdotisas bailaban con una máscara de gorgona. 

Esto lo cuentan los historiadores británicos especializados en las culturas clásicas Robert Graves y Jane Ellen Harrison, que también hablan de la diosa egipcia Neith, también llamada Tehenut o «La Libia» . Una diosa poderosísima, primordial, considerada madre de dioses y humanos, diosa de la guerra, la caza, la sabiduría y de las armas que fue abolida por los helenos para poder suprimir el sistema matriarcal local cuando la región fue sometida. (nada femenina según los estándares actuales me parece a mí, poco Roro veo yo ahí)

De hecho, el mitólogo Joseph Campbell en “El héroe de mil caras” analizó de forma comparada cientos de mitos de todo el mundo, y escribe que la Medusa habría sido contemplada como un poderoso símbolo de inteligencia y sabiduría femeninas, relacionado con la diosa Metis, que era la primera esposa de Zeus. En este caso las serpientes habrían sido vistas como un símbolo de inteligencia. Pero para que diera inicio el predominio del hombre, debían destruirse estos cultos antiguos a la diosa madre poderosa, su imagen debía ser arrastrada por el fango mediante mitos y estereotipos. Debía instaurarse la misoginia, el odio a la mujer, para que ella ya no pudiera tener poder sobre los hombres. 

El camino del héroe, que es el que todo hombre aspira a seguir para llegar a la gloria, o al menos para ser considerado hombre, en todas las tradiciones, pasa por el enfrentamiento del héroe a la diosa femenina, a lo maternal, ya que ésta va a tentar al héroe para que se quede allí, en lo cómodo, y así no alcance ciertos saberes. El héroe necesita vencer para seguir avanzando. Como culminación de la prueba, el héroe vence a la deidad femenina (como Edipo a la Esfinge).

La historia: de los filósofos griegos que odiaban a las mujeres, a la quema de brujas

¡Enter Aristóteles! Entre Séneca y su odio a los jóvenes, y Aristóteles y su odio a la mujer, una no se explica tanta amargura griega clásica señorial, pero vamos, que este señoro filósofo preludia la misoginia que heredarán Oriente y Occidente hasta el día de hoy, ni más ni menos.

En su libro “De la generación de los animales” pilla el prejuicio ancestral del hombre contra la mujer y lo eleva a categoría científica. Llega a decir que la mujer no es más que un “fallo de la naturaleza’; un “varón disminuido” o “frustrado”. Según Aristóteles, cuando el cuerpo de la gestante no generaba calor suficiente para el feto recién fecundado, pues de ahí salía una hembra. ¡Se ve que estamos poco cocidas!

La cosa no fue a mejor durante el Imperio Romano, pero como sabéis ya se estaba gestando el que sería el mayor imperio humano que ha podido existir sobre la Tierra, el cristianismo, y lo que empezó con un ama a tu prójimo, pon la otra mejilla, haz voto de pobreza y caridad… pues con la caída del Imperio Romano se iría al garete ya que el cristianismo estaba acumulando un poder descomunal y ya los últimos emperadores eran todos seguidores de Jesucristo.

En los siglos posteriores al colapso, que estuvieron llenos de caos y confusión y numerosos conflictos armados entre señores feudales, el Papa se alzó como la máxima autoridad en Occidente e inauguró un sistema de poder radicado en el Vaticano que extendía sus tentáculos a toda Europa. 

Y la predominancia del hombre sobre la mujer quedó reflejada en los textos que solo entonces empezaron a registrar los mandatos de la Iglesia romana. Para empezar, la traición más grande: María Magdalena no solo no era una prostituta, sino que en realidad era la compañera de Jesús y la primera apóstol, pero se cambió la traducción de los primeros escritos para que María de Magdala no pudiera ser la líder de la Iglesia en lugar de Pedro.

Para lograr esta unidad religiosa monoteísta era necesario derribar cultos e instaurar el cristianismo, ya que en los pagus, o territorios rurales, se habían mantenido las prácticas de creencias y religiones precristianas politeístas grecoromanas. Los últimos emperadores, en especial Teodosio el Grande en el siglo IV, habían perseguido el paganismo 

La mujer y el sexo eran considerados por los paganos como lo más cercano a la naturaleza y por lo tanto les conectaba con lo divino, por lo que los cristianos demonizaron el sexo y cargaron su experiencia con la culpa. ¡Si es que todo lo bueno es pecado!

Ya en el Génesis, que fue escrito en el siglo V, Eva es mala por haber permitido un acceso carnal por medio de la manzanita y la serpiente, por lo que se castiga a toda la humanidad, mientras que María es buena porque no está manchada por el sexo – ya sabéis, in-maculada concepción porque la mácula es el orgasmo, el clímax que buscaban los paganos en sus rituales. Esto sitúa a la mujer siempre en pecado y frustración, porque no es posible que sea esposa y madre y a la vez sea virgen, y da justificación moral a un mecanismo de dominación simbólica súper efectivo hasta nuestros días. 

El cristianismo buscó extender el oscurantismo durante la edad media, restringió la educación y fomentó la ignorancia para centralizar el conocimiento y así acumular todo el poder sobre los misterios de la vida y la muerte, pero también sobre los asuntos terrenales. 

En el siglo XIII después de Cristo, Santo Tomás de Aquino himself se hace eco de las teorías de Aristóteles en su Tratado del matrimonio: “Cuando la naturaleza no puede hacer un hombre, hace una mujer, que es un macho frustrado”. ¡Tócate los ovarios mariloles! 

Explica santo Tomás que la fémina lleva mayor culpa del adulterio porque introduce furtivamente en el hogar progenie ajena. Santo Tomás propone que, como el fin primordial del matrimonio es procrear hijos, hacerlo con muchas mujeres no contrapone ese fin, así que los hombres poner los cuernos bien, las mujeres maaaal.

La mujer ha sido considerada la fuente de todos los pecados y desgracias en todas las grandes religiones monoteístas, la desviación pecaminosa, el Satanás de Dios, mientras que el hombre era la norma, la medida de todas las cosas. También el judaísmo y el islam, mantuvieron la misma posición de privilegio en la que el hombre se creía destinado por herencia inmemorial y designio divino, y en sus códigos se recoge la sumisión de la mujer a su propietario, el padre y luego el marido. Por todo ello, la fémina puede ser “corregida” por el varón. Y “corregida” enérgicamente.

Después de LA PUTA (que se atreve a desear y a disfrutar de su sexualidad), LA BRUJA (que no acata el poder de Dios, del hombre, que tiene el poder del conocimiento de saberes ocultos y es capaz de aliviar dolores y curar enfermedades) es la peor etiqueta para una mujer y de hecho es peor porque elimina la belleza y la fertilidad de las atribuciones de la mujer dado que se solía llamar brujas a mujeres mayores, y la belleza y la fertilidad eran los dos únicos valores de la mujer y la forma de controlarlas mediante su sexualidad la violencia sexual y los hijos.

Las mujeres que tuvieran conocimientos de plantas o remedios no tenían miedo porque sabían cosas, por lo que eran libres y un problema para el poder absoluto de la Iglesia. El humor era un acto diabólico porque simbolizaba que no tenías miedo y por lo tanto no podías ser manipulado y controlado. Acordaos de la peli de  “El nombre de la rosa”, basada en la novela de Umberto Eco.

Al menos entre 80.000 y 100.000 personas fueron llevadas a juicio por brujería entre los años 1400 y 1750, tras la bula redactada por el papa Inocencio VIII para luchar contra la brujería, un tipo de hechicería en la que intervenía el diablo.

Las verdaderas “brujas”, descritas como pérfidas adoradoras del diablo, en realidad eran mujeres curanderas en su mayoría, que utilizaban su conocimiento sobre hierbas y la naturaleza para sanar y procurarse su sustento. En el momento en el que se empieza a profesionalizar la medicina con la creación de las universidades (donde las mujeres no están permitidas), se empieza a decir que las curanderas en realidad practican ritos satánicos fuera de la norma de Dios, para quitarle esa profesión y ese poder e independencia a las mujeres y dárselo a los hombres.

En “Caliban y la bruja”, Silvia Federici analiza el larguísimo episodio de quema de brujas y herejes y lo sitúa como señuelo de una maniobra mucho más profunda de expropiación social que tuvo lugar durante la transición del feudalismo al capitalismo y que se efectuó de forma directa y violentísima sobre el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres. Como siempre, paga el pato el rival más débil.

El antropólogo Marvin Harris recogió la descripción de las torturas que hizo el educador alemán del siglo XVI Johann Matthaus Meyfarth, que cuestionaba el valor de las confesiones obtenidas bajo torturas terribles, y escribió que “no es accidental el que la brujería empezara a tomar un auge creciente junto con violentas protestas mesiánicas contra las injusticias sociales y económicas. Muchos vieron que el final del mundo se manifestaba ante sus ojos en el pecado y la lujuria de la Iglesia, la polarización de la riqueza, la escasez y las pestes, la expansión del Islam y las guerras incesantes entre facciones rivales de la nobleza europea. El Papa autorizó el empleo de la tortura contra las brujas poco antes de la Reforma Protestante, y la locura de la brujería alcanzó su apogeo durante las guerras y revoluciones de los siglos XVI y XVII que pusieron fin a la era de unidad cristiana.” “El resultado principal del sistema de caza de brujas (aparte de los cuerpos carbonizados) consistió en que los pobres llegaron a creer que eran víctimas de brujas y diablos en vez de príncipes y papas.”, dice Harris. 

¿Te suena a algo que estemos viviendo hoy en día?

El flaco favor que la ciencia le hizo a las mujeres

Es el momento de presentaros a la ciencia, esos señores tan serios y respetables que se arriesgaron a ser ellos mismos quemados en la hoguera y buscaron la verdad en los datos empíricos… y en sus propios prejuicios de hombre blanco europeo adinerado, claro está. Interpretaron muchos datos de aquella manera, desde una visión androcéntrica, racista, eurocéntrica, clasista… como por ejemplo cuando dictaminaron que, en la prehistoria, la mujer se quedaba en la cueva cuidando de los hijos, cocinando, tejiendo y pasando la aspiradora… y salía a recolectar frutos y bayas, mientras que el hombre se iba a cazar. Una visión como si se hubiera vivido igual durante 300.000 años de historia de la Humanidad, que ha sido refutada con pruebas como pinturas rupestres y enterramientos de guerreras. 

Entre los siglos XVI y XVII, la imagen de un cosmos orgánico que tenía en su centro a una tierra viva y femenina dio paso a un enfoque mecanicista del mundo en que la naturaleza fue reconstruida como algo muerto y pasivo, dominado y controlado por los humanos”, dice Carolyn Merchant en “La muerte de la Naturaleza”, lo cual dictaminó la dominación no solo de la naturaleza sino también de la mujer.

Según Merchant, “La concepción antigua de la naturaleza como una madre nutricia vincula la historia de las mujeres con la historia del ambiente y del cambio ecológico”. Y es que aquí comienza el capitalismo, y con él, el germen del propio calentamiento global.

Jean Jacques Rousseau, partidario de los ideales ilustrados de igualdad y libertad que darían lugar a la Revolución Francesa, defiende que las mujeres se diferencian mentalmente de los hombres de una manera que no podía explicar, pero que, según él, era verificable empíricamente si se observaban los logros que habían conseguido ellos frente a ellas. Ya sabes, la meritocracia, que existe en el vacío, todos partimos con las mismas opciones y tenemos las mismas oportunidades, aham claro Rousseau…

Y ojo que esto de que había algo (un je ne sais quoi) que hacía a la mujer inferior al hombre lo repitieron unos cuantos más, el más ilustre quizá fuera Charles Darwin, que sitúa  a  las  mujeres más cerca de la naturaleza que a  los  varones  gracias  a  ese  amor maternal instintivo que se expresa desde el cuidado. En 1871 publica “La pendiente del hombre y selección en lo referente al sexo”, en la que expone los argumentos de por qué el hombre había aparecido en la Tierra por medios exclusivamente naturales. Y de paso, explica la inferioridad de la mujer. 

Y a todo esto contribuyó esa idea difusa de la antropología evolucionista de finales del XIX y principios del XX de que “en los primeros tiempos” existió un matriarcado, una época oscura, salvaje, brutal, y que claro, como toda cultura pues evolucionó de manera lineal, en bloque y avanzando siempre hacia delante, hasta llegar al progreso que conocemos hoy en día, como vimos en el mito de la progresión de la Historia con Puto Mikel. Menos mal que, como escribió el antropólogo social Johan Jacob Bachofen, el matriarcado «se marchitó con el victorioso desarrollo del patriarcado».

El romanticismo transforma la misoginia en un nuevo ideal de feminidad: el ángel del hogar que es dulce, dócil, doméstica, tierna, bella, frágil… entregada al cuidado de los hijos y del esposo, siempre desde la inferioridad. La mujer que estaba en la calle era lo contrario del ángel, y como tal, le podía pasar cualquier cosa… de hecho, las víctimas de Jack el Destripador fueron consideradas prostitutas, por lo que se merecían su destino… fíjate que el anarquista Proudhon decía que la mujer podía ser o ama de casa o prostituta, con lo que el ataque a las mujeres en la calle quedaba justificado…

De hecho, las propias estudiosas acataron muchas de estas interpretaciones, achacando a nuestra biología nuestra propia posición de sumisión: el relato de la feminista Simone de Beauvoir sobre la historia de la dominación masculina se sostenía en una determinada visión del “progreso” basado en el dominio de la naturaleza, que habría sido llevado a cabo por los varones. 

Así, mientras las mujeres ocupadas en dar a luz y en procurar la supervivencia de los nacidos habrían permanecido cercanas a la naturaleza, los hombres se separarían de ella para crear la cultura. La hembra, dice Beauvoir, es presa de la especie más que el macho, la maternidad la mantiene atada a su cuerpo, mientras el varón percibe la superioridad de su tarea. “la actividad masculina, al crear valores, ha constituido la existencia como valor en sí; ha vencido a las fuerzas confusas de la vida; ha sometido a la naturaleza y a la mujer”.

Pero…

¿La mujer está especialmente ligada a la Naturaleza?

Durante la Antigüedad y los períodos medieval y moderno, en las culturas occidentales y no occidentales, la Naturaleza era tradicionalmente femenina, y se representaba como una madre nutricia, una señora prudente, una emperatriz… que proporcionaba un universo ordenado y planificado para atender las necesidades humanas. Pero también tenía otra cara, la de la Naturaleza salvaje e incontrolable que podía provocar cataclismos y padecimientos a los humanos. Y frente a esta segunda cara salvaje y caótica se alzó el concepto de dominio de la Naturaleza en el mundo moderno.

Dice Karen Warren en “Filosofías ecofeministas” que “La feminización de la naturaleza y la naturalización de la mujer son dos metáforas que tras la revolución científica han perjudicado tanto a una como a otra, puesto que la naturaleza se ha convertido en ese ser vulnerable del que se puede abusar;y la mujer, por su parte, ha sufrido las consecuencias de esa mecanización de lo orgánico, y al convertirse el hombre en el dueño de la técnica, el mundo femenino ha quedado subordinado a cuidar de lo orgánico, menos considerado económica y socialmente. La feminización de la naturaleza se está utilizando para explotarla, y no para ensalzar sus valores.”

El ecofeminismo: feminismo + conciencia sobre cambio climático

Y es así como terminamos en el ecofeminismo, la unión del feminismo y la concienciación sobre la crisis climática que fue teorizado en los años 70 y que apunta a la raíz patriarcal de la crisis ecológica y de la emergencia climática que vivimos. 

Según explica Evelyn Fox Keller, “en el origen del desarrollo científico-técnico no encontramos la idea de una colaboración con la Naturaleza, sino la del dominio sobre la Naturaleza. Las metáforas utilizadas por Francis Bacon muestran un imaginario en el que el dominio sobre la Naturaleza y la dominación sobre las mujeres están estrechamente relacionados: acosar y desnudar a la Naturaleza como a una mujer, torturarla como a las brujas para que libere sus secretos”

El ecofeminismo crítico ilustrado que propone Alicia Puleo, plantea la universalización de la ética del cuidado. La virtud del cuidado tiene que ser enseñada sin diferencia de sexo. No ha de ser una especialidad exclusivamente femenina, ni el objeto del cuidado debe limitarse a los seres humanos, sino ir más allá de los límites de nuestra especie.”

Y ya para terminar, como escribe Susan Griffin en “Mujer y naturaleza”, el libro que inauguró el ecofeminismo: “Sabemos que estamos hechas de esta tierra. Sabemos que esta tierra está hecha de nuestros cuerpos. Porque nos vemos a nosotras mismas. Y somos naturaleza. Somos naturaleza que ve naturaleza. Naturaleza que llora. Naturaleza que habla de la naturaleza a la naturaleza. “

Lo dejamos aquí y desarrollaremos el ecofeminismo en un capítulo propio, espero que te haya resultado interesante este recorrido histórico antropológico un poco atropellado, yo he disfrutado muchísimo con este investigación y espero encontrarte en el próximo episodio. Como siempre, tus valoraciones, comentarios y recomendaciones me dan la vida y te agradezco mucho que me hayas puesto la orejita y me hayas dado tanto tiempo así que espero que sigamos hablando en el próximo episodio con nuevos temas locos como este.

Bibliografía

Libros

“Mujer y Naturaleza” (Susan Griffin) con prólogo de Azahara Palomeque

“Historia de la misoginia” (2020) 2ª edición revisada y aumentada. Esperanza Bosch, Victoria A. Ferrer y Margarita Gili

“Tecnología, ciencia y naturaleza en la historia de las mujeres” (coord. Margarita Sánchez Romero y Miren Llona González)

“A Cyborg Manifesto” Donna Haraway

“Cuando Dios era mujer. Exploración histórica del antiguo culto a la Gran Diosa y la supresión de los ritos de las mujeres” (Merlin Stone)

“Breve historia de la misoginia” Anna Caballé Masforroll

“Historia Del Feminismo” (Juan Sisinio Pérez Garzón)

 “Prolegomena to the Study of Greek Religion” Jane Ellen Harrison 

 “El héroe de mil caras. Psicoanálisis del mito”  Joseph Campbell

“Caliban y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulacion originaria” (Silvia Federici)

“Yo sí te creo. La cultura de la violación y el caso de sanfermines” Samara Velte

“Los mitos de la violación” (Kimberly A. Lonsway y Louise F. Fitzgerald

“La muerte de la naturaleza.Mujeres, ecología y revolución científica” (Carolyn Merchant)

“Abrazar la vida. Mujer, ecología y supervivencia”.  Vandana Shiva

“Filosofías ecofeministas” Karen Warren

«Christianization and religious conflict» (Peter Brown)

“A chronicle of the last pagans” (Pierre Chuvin)

Papers

Mujeres y naturaleza. Autores: Alicia H. Puleo García https://alfa.revistasaafi.es/alfa/numeros/35/alfa35.pdf 

ECOFEMINISMO. UNA REIVINDICACIÓN DE LA MUJER Y LA NATURALEZA Ecofeminism. María Tardón Vigil 

The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts

https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0287101

DARWIN, LOS ANTROPÓLOGOS SOCIALES Y LAS MUJERES.ALGUNAS CONSIDERACIONES DESDELA ANTROPOLOGÍA SOCIAL ENPERSPECTIVA DE GÉNERO Elena Hernández Corrochano https://www.ull.es/revistas/index.php/clepsydra/article/view/2492/1561 

J.J. BACHOFEN, «El derecho materno: una investigación sobre la ginecocracia del mundo antiguo según su naturaleza religiosa y política», en A. ORTIZ-OSÉS (ed.), Historia arcaica del derecho materno, Barcelona, Anthropos, (1998), pp. 1-272, p. 55.07 Elena Hernández Corrochano.pmd01/12/2010, 13:57138

MISOGINIA EN LA GRECIA CLÁSICA  https://revistaelectronica-ipn.org/ResourcesFiles/Contenido/24/HUMANIDADES_24_000897.pdf  

Artículos

Darwin, el científico que llenó la evolución de misoginia: «La mujer está entre el hombre y el niño» https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20230716/darwin-cientifico-lleno-evolucion-misoginia-mujer-hombre-nino/778422448_0.html

Susan Griffin: «Existe una misoginia leve, tranquila, que merma los logros de las mujeres»

Françoise Héritier : L’Homme est «La seule espèce dont les mâles tuent les femelles»

https://www.sciencesetavenir.fr/fondamental/francoise-heritier-l-homme-est-la-seule-espece-dont-les-males-tuent-les-femelles_7660

La mujer como “error de la naturaleza”* https://www.diariolibre.com/opinion/otras-firmas/la-mujer-como-error-de-la-naturaleza-*-LF26763679 

¿Qué es la cultura de la violación? https://www.eldiario.es/sociedad/cultura-violacion_1_9758121.html 

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