Esta semana en Moda consciente hablamos de la moda que (probablemente) llevas puesta ahora mismo, y para ello tengo dos invitadas de lujo: María Mérida, colaboradora de Wanderlust en temas de moda y redactora jefe de Glamour.es, y Laura Opazo, consultora y periodista de moda y autora de ‘Armario sostenible’.
¡María, bienvenida a Wanderlust!
Bueno, esta mesa camilla no sé yo si tendrá el mismo nivelazo de la que han organizado en Chanel para comentar la última colección presentada, pero se le acerca ¿eh? Ahí estaban Carlota Casiraghi, Penélope Cruz, Vanessa Paradis y su hija Lily Rose Depp, Marion Cotillard… Nosotras vamos a hablar, más que de modelazos de Chanel, de la ropa del día a día, la que llevamos ahora mismo María Mérida y yo…
¿Qué llevas puesto María?
Vamos, un mix de moda rápida, de nuevo y de otras temporadas, quizá algo de low cost, y poquita ropa de marcas que se salgan de ese esquema… ¿y qué es lo último que te has comprado?
*he de decir aquí que mi última compra es mi regalo de cumpleaños por parte de mi familia, no es que me compre bolsos a menudo… ¡de hecho, nunca!
¿Y sabemos dónde se han producido estas prendas que llevamos? ¿Los materiales que se han utilizado, aparte de lo que ponga en la etiqueta? ¿Quién las ha hecho, en qué condiciones, cuánto han cobrado esas personas? ¿Sabemos el efecto que tiene sobre el medio ambiente la forma que tenemos de ‘consumir’ ropa? Que es un consumo reflejo de las virtudes pero también los defectos de nuestras sociedades modernas: individualista, rápido, poco reflexionado, sin que forme parte de un conjunto de valores…
De esto quería hablar con Laura Opazo, comunicadora gallega experta en moda que el año pasado publicó ‘Armario sostenible’, que ella define como una catarsis después de una carrera profesional dedicada a la moda… la llamé por teléfono y vamos a escuchar qué nos cuenta porque yo me sentí identificada en ese vacío existencial al engancharse un poco a la moda de consumo rápido y descubrir todo lo que había detrás. Y después comentamos.
[spreaker type=player resource=»episode_id=43271255″ width=»100%» height=»200px» theme=»light» playlist=»false» playlist-continuous=»false» autoplay=»false» live-autoplay=»false» chapters-image=»true» episode-image-position=»right» hide-logo=»false» hide-likes=»false» hide-comments=»false» hide-sharing=»false» hide-download=»true»]Laura Opazo, gracias por venir al programa hoy, cuéntanos, ¿cómo llegaste a escribir ‘Armario sostenible’?
Ansiedad por la crisis, en el mediodía como trabajaba en Chueca se iba a comprar ropa, empezó a convertirse en adicta a las compras. Empezó a trabajar en televisión en un programa llamado Moda reto (looks por menos de 50€). Estaba metida en una burbuja de consumo, fomentando el consumo. Ella escondía sus compras porque era consciente de que tenía un problema, pero como consumir y comprar está premiado en nuestra sociedad pues seguía adelante. Cuando se desplomó el Rana Plaza, pasó de considerarlo un problema propio a darse cuenta de que su consumo también perjudicaba a otros. Tercer tortazo de realidad: empezaron a salir informes y reportajes que avisaban de que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo.
Aquí hago un parón para hablaros de la situación de los trabajadores que fabrican la mayor parte de la ropa que llega a las tiendas, y para contaros por qué la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, sólo por detrás del petróleo. Rana Plaza era un complejo de fábricas textiles a las afueras de Dhaka (Bangladesh), que el 24 de abril de 2013 se derrumbó, dejando más de mil muertos y más de dos mil heridos. Los trabajadores llevaban un tiempo denunciando que el edificio se venía abajo, pero nadie les hizo caso y fueron obligados a volver a las máquinas. El desastre de Rana Plaza fue un shock para la industria porque evidenció las condiciones inhumanas en las que debían de trabajar los empleados por la industria textil en los países en vías de desarrollo, y también lo fue para los consumidores de esas prendas, ya que se dieron cuenta de que la ropa que consumían de manera rápida y barata estaba siendo fabricada por personas en situación casi de esclavitud, en más de un 85% son mujeres pobres que trabajan turnos de más de 12 horas en talleres sin medidas de seguridad, sin derecho a descanso, baja por enfermedad o vacaciones… igualito que los talleres que describía Dickens en la Inglaterra de la Revolución Industrial.
¿Cómo se llegó a esta involución? La deslocalización de la producción de la industria textil, que se vio amplificada y acelerada por el Acuerdo Multifibras en 2005, propició que se abaratara la mano de obra porque los países a los que se fueron las fábricas de todos los grandes grupos, como Inditex o H&M, tenían una regulación laboral y medioambiental muy laxa o prácticamente inexistente. Esto hizo caer los precios, y así comenzó la espiral de la moda rápida y el low cost, con precios cada vez más a la baja y procesos de producción cada vez más acelerados. Esto hizo que se produjeran cada vez más colecciones en cada vez menos tiempo, y la presión por parte de las marcas occidentales para producir más rápido y más barato, unido a la codicia de los propios empresarios, hizo que, para reducir los costes, los dueños de las fábricas textiles en estos países redujeron salarios y empeoraran las condiciones del trabajo, a la vez que empleaban materias primas muy contaminantes como el poliéster o tintes con químicos tóxicos, que afectaron a la salud de miles de trabajadores… y también a la piel del consumidor. El poliéster es la fibra más usada en moda, y puede tardar hasta 200 años en descomponerse. El cultivo de algodón consume el 24% de los insecticidas y el 11% de los pesticidas de todo el mundo. Miles de litros de agua se consumen y se contaminan para fabricar un solo par de pantalones, de hecho el 20% de la contaminación del agua proviene del tratamiento y teñido de los tejidos. Una gran parte de las 80.000 millones de prendas que se producen cada año no se compran, por lo que se desechan en vertederos o se incineran, emitiendo grandes cantidades de CO2 – el 10% de las emisiones globales – y otros gases tóxicos debido a los metales pesados que se usan en ciertos procesos textiles. La difusión mundial de la catástrofe del Rana Plaza obligó a las marcas a cambiar sus políticas con los proveedores y supuso el espaldarazo definitivo para la moda sostenible y ética, pero queda muchísimo por hacer, tanto por parte de la industria como por parte del consumidor. Volvamos a la entrevista.
Decidió que debía hablar de su experiencia para tratar de concienciar sobre el tema y frenar en seco su ritmo de consumo, compensando así de alguna manera el desenfreno consumista en el que había entrado. Se dio cuenta que no era la única que tenía ese problema, y es que las redes sociales están plagadas de gente haciendo alarde de sus posesiones, algo que antes se escondía con pudor.
Eres una insider de la moda, has trabajado tanto en la industria como en el sector editorial, lo cual te ha dado una perspectiva de 360º, y has declarado que tú estabas rendida completamente a esa vorágine consumista que marcan esos ciclos cada vez más acelerados de la industria de la moda. ¿Cuándo fue tu momento de hacer click y decidir que no querías contribuir a que ese engranaje siguiera aumentando la velocidad hacia el desastre?
Lo que más resonó en mí fue ser consciente verdaderamente de cómo se estaban haciendo y cocinando las cosas en la trastienda de muchas fábricas”. Le hemos quitado cara a la ropa que vestimos por ese fetichismo de la mercancía del que hablaba Marx. Se dio cuenta de que esta industria, que nos saca el dinero mucho más que a los hombres con la presión por estar guapas, nos emplea a mujeres y en esas condiciones.También entendió muchas cosas con las que nos engañan, como por ejemplo el algodón orgánico: por ser orgánico no tiene que ser ético todo lo que le rodea, por ejemplo emplean a niños y mano de obra casi esclava en campos de algodón orgánico.
Claro, tiene que ser sostenible y ética 360º, porque vemos que se produce en exceso, se tira mucha ropa que no se ha comprado para producir una nueva colección, se traslada desde demasiados kilómetros de distancia, las regulaciones laborales…
Burberry por ejemplo incineraba la ropa que no se vendía, porque para una marca de lujo tirar los precios es insultante y devalúa la marca. Además, detrás de las prendas hay un montón de recursos: hay agua, hay muchos materiales y mucho trabajo, y que luego lo quemes porque una marca no pierda prestigio… lo que hay que hacer es reducir la producción. De hecho, ahora muchas marcas de moda no han vendido casi nada en la primavera del año pasado y se han tenido que comer el stock, entonces ahora hay muchas marcas que fabrican bajo demand, que es maravilloso porque hacen una propuesta online, la gente hace una pre reserva y se sirve lo que se va a vender, no se fabrica en exceso. Otra cosa que me gusta mucho, hablando de otras maneras de consumo y de modelos productivos es la fabricación bajo demanda en la que el consumidor participa en el diseño. Por ejemplo, hay una marca en suiza que me gusta mucho, Su Misura, en la que tú te haces la prenda en su web. Puedes ver cómo va a quedar con su simulador, y claro, cuando participas en el proceso de producción de una prenda, lo último que vas a hacer es deshacerte de ella por Vinted o Wallapop. Eso es importante, porque cuando la gente compra algo en una cadena low cost, como no le da valor porque cuesta poco y además nos opacan el sistema productivo, te desvinculas absolutamente. Pero al participar o personalizar, tu vinculación emocional es mayor.
Impacto de la pandemia en darnos cuenta de algunas cosas, por ejemplo nos hemos tirado tantos meses en pijama, o en ropa de estar por casa, y hemos mirado nuestro armario y hemos pensado: “para qué tengo tanta cosa?” Y encima cosas que no me gustan, que no me sientan bien…
Soy optimista pero no naif, no creo que después de una pandemia nos volvamos todos seres de luz y salgamos a la calle y queramos abrazar árboles y respetar el mundo… Es como el que viaja y el mundo no pasa por él. Creo que han ocurrido varias cosas en paralelo: por un lado, nos hemos enfrentado a diario con todo lo que acumulamos. ¿De qué me sirve esto? Me sirve viajar, vivir experiencias, y esto nos lo han cortado. Además, vivimos en casas cada vez más pequeñas y no tenemos espacio… El low cost ha teñido todo, desde la decoración a todo en general, incluso el turismo… tenemos un montón de cosas, no necesitamos tanto estas cosas que nos anclan más que otra cosa… Cuando compras algo en impulso consumista, te lo pones 4 veces y cuando te deshaces de ella, sientes alivio. Tercero: tenemos una deuda emocional con la industria textil nacional por fabricar mascarillas cuando más las necesitábamos… y no podemos depender tanto del mercado exterior.
¿En la industria ha hecho reflexionar?
Por una cuestión egoísta, se han tenido que comer el stock, por lo que se han dado cuenta de que no es necesario producir tanto. Además, mucha gente ha ahorrado porque no ha comprado tanto, así que va buscando calidad. Con todas las penurias que hemos pasado a nivel sociabilidad, salud, el miedo… esto ya pasó en los años 50, la gente busca productos de buena calidad y sólidos que le dieran el valor de durabilidad… y la gente busca mimarse un poco. El deporte de shopping ya no se practica. El dinero que tiene lo van a invertir bien. Hay una amalgama de cosas que han hecho que se acelere más esa transición que vimos en los buenos propósitos de la cumbre del clima previa a la pandemia.
Para terminar, una reflexión: ¿puede la moda ser realmente sostenible?
Cualquier cosa que se produce requiere unas materias primas, por lo que ya se expolia la Naturaleza. Sostenible sería reutilizar y reciclar, utilizar materias primas que ya existen. Podemos hacerla lo menos lesiva posible para el medio ambiente, los trabajadores, pero inocua no, porque siempre va a haber un consumo para fabricar. Hay una dirección, pero todo pasa porque reduzcamos nosotros mismos nuestro consumo y también la industria reduzca la producción. El problema es que claro, también hay que reeducar a la gente porque deberían subir los precios de las cosas, que fuera un precio real y justo.
Muy interesante esto que apuntas, nos hemos acostumbrado a pagar 5 euros por una camiseta, pero seguimos queriendo que se nos retribuya dignamente por nuestro trabajo. – El low cost, la fast fashion está inserta en nuestras vidas.
Claro, hace falta reeducar en ese sentido porque nos hemos malacostumbrado al low cost en todas las facetas de nuestra vida. ¿Cómo van a estar retribuidas las personas que trabajan en industrias con modelo low cost? El consumo es kármico, esas personas tendrán salarios bajos y harán que bajen los precios de los productos porque sino, no se los pueden permitir. Al final, esto afecta a todos. Claro, queremos democratización sin pensar en las consecuencias que tiene esto. Creemos que nos beneficia porque tenemos acceso a ello, pero si te fijas los bienes raíz, que dan calidad de vida y una idea de la riqueza de una sociedad como el acceso a la vivienda o la educación, no dejan de subir, y sin embargo lo que es barato es el ocio, las cosas que no te dan seguridad.
María, ¿qué te ha parecido lo que nos ha contado Laura?
Es muy interesante el recorrido histórico que hace en su libro ‘Armario sostenible’ de cómo hemos llegado a esta situación del fast fashion dominando la industria textil de venta al consumidor medio, low cost presionando los precios a la baja, cada vez más colecciones y procesos de producción más cortos, los y las consumidores comprando como pollos sin cabeza, deslocalización de esos procesos de producción… En la web os dejo un enlace a un extracto de su libro pero cuéntame María, ¿en qué punto estamos de la industria de la moda y las industrias periféricas como mismamente la editorial de moda?
¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?
¿Cómo crees que será el futuro para este sector?
Qué interesante todo esto, con la irrupción del concepto de sostenibilidad con fuerza con los consumidores demandando transparencia, la pandemia que lo va a cambiar todo… veremos cómo evoluciona. Y la semana que viene hablaremos con Paloma García, directora de The Circular Project, sobre la moda sostenible, y tendremos más invitadas.
BIBLIOGRAFÍA:
“Armario sostenible”, de Laura Opazo editorial Zenith. Extracto.
Laura Opazo: https://lauraopazo.com/mi-filosofia/
Cinco años del desastre de Rana Plaza
Desfile Chanel primavera-verano 2021 con sus embajadoras: Carlota Casiraghi, Penélope Cruz, Vanessa Paradis y su hija Lily Rose Depp, Marion Cotillard
Deslocalización y rentabilidad privada: así se destruye la fabricación de un país https://www.technologyreview.es/s/12519/deslocalizacion-y-rentabilidad-privada-asi-se-destruye-la-fabricacion-de-un-pais
El ‘fast-fashion’ está matando el planeta, y eso lo sabemos todos https://www.lasexta.com/especiales/emergencia-climatica/fastfashion-esta-matando-planeta-eso-sabe-antonio_201911275ddeb6200cf2bbd0b3382bac.html
El futuro de la moda: rápida, sí; sostenible, también https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/12/12/fortunas/1576177381_849506.html
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