¿Podemos realmente comprender otras culturas?

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¿Te imaginas naufragar en un barco en medio del océano pacífico y aparecer en la playa de alguna islita deshabitada junto a un par de personas que nada tienen que ver contigo, tipo en nada? Por ejemplo, es un barco en el que tú vas de pasajera y sobrevives tú, el capitán que es un señor inglés que ha sido siempre marinero, una ricachona rusa, y el cocinero que es malasio y a duras penas habla inglés. (Parece el argumento del Triángulo de la tristeza y tiene algo que ver)

Bueno, te toca sobrevivir con esas personas en esa isla y formar una piña con ellos para poder cazar, construir un refugio, buscar agua y alimentos, en definitiva, convivir y actuar en grupo para poder sobrevivir. ¿Cómo podrías hacerlo, si ni les conoces ni existe entre vosotros el más mínimo punto en común? Comprender al otro de manera profunda y buscar un entendimiento entre dos personas es algo muy complicado de lograr. En este episodio, vamos a estudiar si realmente podemos llegar a comprender al otro, y lo vamos a hacer desde un concepto común a algunas culturas del Pacífico como la de Samoa, el VA.

Pero espérate, ¡que no te he saludado! Hola! Si eres nueva por aquí, yo soy Paula Martín, periodista especializada en radio y podcast con formación en Antropología Sociocultural, y mi mayor interés es el Antropoceno, es decir la nueva época geológica propuesta para definir el profundo impacto del ser humano sobre el planeta Tierra.

Este episodio forma parte de una serie corta de episodios muy breves en solitario para dar introducción a la siguiente temporada de ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?, el podcast en el que hablamos de cómo hemos estudiado a homo sapiens sapiens de arriba abajo y, sin embargo, seguimos cayendo en errores de base, malentendidos, prejuicios y problemas que nos dividen en lugar de buscar el entendimiento e ir hacia un objetivo común y beneficioso a toda la especie. Seguiré publicando episodios cortos en solitario en semanas alternas porque hay muchos temas que me parecen súper interesantes y sobre los que me gustaría reflexionar en voz alta y preguntarte qué opinas tú.

Pero a lo que íbamos…

¿En qué consiste el concepto samoano del VA para comprender al otro?

Existe un concepto proveniente de Samoa que se llama VA, o “el espacio intermedio” y que describe el contexto espacial y relacional en el que se desarrollan las relaciones espirituales y personales entre personas y objetos. En ese espacio intermedio no hay vacío sino interconexión, de forma que todos los elementos del universo están interconectados y todo tiene sentido. En Maorí y en Japonés, encontramos una traducción en el WA, la armonía social, que condiciona las relaciones entre las personas.

El VA es un espacio y un tiempo que se crea entre dos personas y que viene predeterminado por el contexto y las relaciones previas, donde se permite que nazca y se desarrolle el entendimiento real, que debería ser en base a valores como la cercanía, la reciprocidad, el equilibrio en las relaciones, el respeto y la confianza mutuas. Un espacio poroso y en constante evolución y renegociación, en el que se entretejen expectativas y obligaciones tácitas entre la gente y aquello que les rodea.

‘Teu le Vā’ es una expresión común en Samoa que quiere decir ‘nutre la relación’ y que muestra cómo las relaciones nos definen. Este es un concepto crucial en culturas comunales como la Samoana, que valoran más el grupo y la unidad que el individualismo. Es decir, la persona no existe en su individualidad pura, sino en su relación con otros.

Y este concepto tan interesante y tan de raíz, que podríamos utilizar para crear un espacio entre dos personas y darles el tiempo y la intimidad necesarios para que se desarrolle una comprensión profunda y real, nos sirve para hablar de algo un poco más allá… y ese algo es:

¿Podemos realmente entender otras culturas y sociedades? 

No me refiero a entendernos entre nosotros, a llevarnos bien con gentes de otras culturas, que eso sabemos que sí y que tiene múltiples beneficios como: una convivencia armónica, ser capaz de repensar tus propios esquemas mentales desde otros ángulos y alimentar tu empatía, creatividad y capacidad de innovación; mejorar la comunicación con otras personas; tomar conciencia de que los conflictos que surgen en la mayoría de los casos no se deben a diferencias culturales sino a otras desigualdades como el acceso a unos servicios sociales escasos o las desigualdades económicas; y una mayor capacidad de resolución de problemas a nivel de grupo, de empresa o incluso como sociedad.

No no, me refiero a de verdad entender de qué va otra cultura, a comprenderla en profundidad, siendo alguien “de fuera”. ¿Pueden lograrlo las antropólogas, que se dedican justamente a eso? ¿Y qué hay de la gente “normal”, sobre todo en un mundo globalizado pero súper polarizado, en el que nos fijamos más en lo que es diferente y por tanto nos da miedo y nos separa?

Hay una polémica clásica en la historia de la Antropología Sociocultural y es la crítica que el antropólogo neozelandés Derek Freeman hizo de todo el trabajo de la antropóloga estadounidense Margaret Mead sobre la cultura de las islas de Samoa, precisamente. 

Ahora te cuento de qué va, pero antes, te explico que las culturas y sociedades no son algo monolítico y que se mantiene en el tiempo sin cambios, sino que son organismos vivos, porosos, que evolucionan y se impregnan de su contacto con otras gentes y modos de entender el mundo o cosmovisiones. Y a esto contribuyó esta movida académica de la que te voy a hablar.

La Antropología es una disciplina surgida en el siglo XIX a raíz del establecimiento de los imperios coloniales europeos, cuando básicamente eran hombres blancos privilegiados provenientes de imperios coloniales que se iban de colonias y estudiaban al OTRO, o incluso desde sus confortables sillones en una universidad de Oxford se dedicaban a hacerse pajas mentales sobre cómo eran las estructuras sociales, las religiones o los usos y costumbres de los pueblos colonizados. Por supuesto, la audiencia de quien iba a “estudiar” esos pueblos originarios era la comunidad académica en sus países europeos, en ningún momento se tenía en cuenta a los propios pueblos originarios para generar este conocimiento ellos mismos o dar su opinión sobre la obra final.

Eso fue precisamente lo que hizo la etnóloga estadounidense Margaret Mead a principios del siglo pasado: cogió sus maletas forradas de piel, se plantó en Samoa y se puso a estudiar la cultura samoana mediante la observación participante y las entrevistas, fue tomando sus notas, y al volver a su país, en 1928 publicó un libro llamado ‘Coming of Age in Samoa’, o ‘Adolescencia, sexo y cultura en Samoa’ que hablaba de un modo de vivir el sexo entre los más jóvenes digamos muy libre comparado con cómo se vivía en el mundo anglosajón. Fue un absoluto bestseller y supuso un hito en cómo se estudiaba las culturas que entonces se llamaban ‘exóticas’.

Sin embargo, Margaret Mead era una joven mujer, y además una mujer con una vida sexoafectiva muy rica y muy diversa, que incluía un marido, un novio y una amante. Una etnógrafa poliamorosa de la escuela del innovador Franz Boas, que formó a muchas jóvenes antropólogas en una disciplina muy de hombres ricos acomodados, vamos, muy machista, eurocentrista y racista por aquellos años. Ella cambió la perspectiva, le dio voz a alguien a quien ningún otro etnógrafo preguntaría: a las mujeres, a las niñas y adolescentes. Y les preguntó por su vida sexual, que encontró muy desinhibida y libre, al menos comparado con las sociedades europeas. Esto fue algo totalmente revolucionario para la Antropología Sociocultural, puso en cuestión las certezas morales de Occidente sobre la monogamia y los roles de género tradicionales. Y fue algo indignante para la sociedad samoana de la época, que aún rechaza en gran medida su trabajo.

Mead conoció de cerca a las mujeres y los más jóvenes, se interesó sobre todo digamos por los marginados, por los que no tenían una posición de poder, y hablaba de lo que le chocaba, claro, porque traía ya de serie sus sesgos y prejuicios, y llegó a la conclusión de que las diferencias de comportamiento entre distintos grupos de gente se debían sobre todo a diferencias culturales. Derek Freeman señaló este error de base, pero lo hizo, a su vez… trayendo consigo sus sesgos, preconceptos y su propia posición de hombre blanco privilegiado, y además calificó a esta académica de joven inexperta y naive.

El antropólogo neozelandés Derek Freeman la admiraba y siguió sus pasos, estudiando durante 40 años las sociedades de las islas del Pacífico, pero sus investigaciones y convivencia con los samoanos hicieron nacer una sospecha que se convertiría en malestar creciente al comprobar – en su opinión – que lo que él observaba, percibía y vivía era exactamente lo opuesto de lo que Margaret Mead había descrito.

Durante años, trató de publicar un libro rebatiendo todas las tesis de Mead y diciendo que en parte los errores de ella se debían a su escasa experiencia entre aquellas gentes y a errores de comunicación debido a que la autora no llegó a hablar bien el idioma, pero no fue hasta años después de la muerte de la investigadora, en 1983, que Freeman pudo publicar “Margaret Mead y Samoa, La construcción y deconstrucción de un mito antropológico”. Su obra fue rechazada con furia por la comunidad de las ciencias sociales y creó un gran revuelo porque atacaba las bases mismas del trabajo de Mead, que era un tótem para los académicos dado que sus aportaciones habían contribuido a dar voz a los desfavorecidos y a favorecer la reflexión y la introducción de los grises, las sutilezas, los detalles, en el trabajo de campo.

Sin embargo, resulta que Freeman sí conoció una realidad muy distinta a la que conoció la antropóloga… Freeman conoció a fondo… la realidad que le transmitieron los jefes de la tribu, quienes estaban interesados en que se divulgara una imagen de su pueblo “como Dios manda”, una realidad única, homogénea, una imagen poderosa y muy estética de su cultura. Vamos, que Margaret Mead se había sentado a hablar con mujeres y niños y transmitió la experiencia vital de los que menos contaban en aquella sociedad, dando una visión que muchos consideraron negativa, mientras que Derek Freeman le preguntó a los hombres poderosos, a los ancianos, quienes le transmitieron los saberes tradicionales y una visión digamos de puertas afuera, que favorecía su estatus quo y en la que ellos mandaban, y mujeres y niños tenían un rol muy establecido y una posición inferior.

Hoy en día se entiende que el diálogo entre el trabajo de Mead y Freeman contribuyó al avance y la modernización de una disciplina que tuvo su raíz en el racismo y el eurocentrismo como la Antropología Sociocultural. Sin embargo, los nativos de Samoa rechazan el trabajo de ambos, porque los dos cayeron en el error fundamental de pensar de partida que el pueblo samoano vivía en la oscuridad intelectual respecto, por ejemplo, a la ciencia o tecnología que se estaban desarrollando en Europa. Y eso les hacía ignorantes.

Lo cual me lleva a preguntarme…

¿Debemos tratar de entendernos entre nosotros o basta con que nos toleremos?

Si me preguntas, opción A, pero vamos 100%: necesitamos todos los puntos de vista, todas las experiencias vitales, acercarnos al otro y, con tiempo y paciencia, crear ese espacio intermedio donde pueda surgir ese entendimiento, y se genere una comprensión. Y aquí no estamos hablando tampoco de tolerancia…

Decía el etnólogo mexicano José del Val: “Confieso que el término “tolerancia” me disgusta, no sólo por su insuficiencia sino por los peligros que encierra para el sano ejercicio de la diversidad cultural. El diccionario nos dice que la tolerancia es: condescendencia, benevolencia, llevar con paciencia, disimular lo que no es lícito, aceptar lo que me repugna. Es decir, que se tolera lo que no está bien, se tolera al que no es como yo soy y en consecuencia se tolera la diferencia. La acción de tolerar misma implica un principio de subordinación de lo que yo tolero: me pongo por encima de lo repugnante y lo tolero, me pongo por encima de lo que está bien y lo que no está bien, y lo tolero.

Entonces, sin reconocer e intentar comprender al otro soy tan magnánimo que lo tolero; en última instancia porque estoy encima de él. No requiere demasiada discusión ubicar la tolerancia como uno de los fundamentos del paternalismo.”

Vamos, que como dice Del Val, nos ahorramos el esfuerzo de respetar lo diferente y aceptar lo que no comprendemos. Simplemente pensamos que otros pueblos que no viven “a la occidental” están más atrasados, menos evolucionados y a la cola del progreso… y nos quedamos tan panchos.

Y es que, si nos hemos desgañitado diciendo que todos los seres humanos somos iguales, eso no quiere decir nada en realidad, ya que construimos nuestra persona en base a la desigualdad. Piénsalo: tú naces en un país y una cultura determinadas, en el seno de una familia en concreto, y aunque te puedas parecer a tus padres y hermanos, construyes tu propia identidad en base a todo lo que te diferencia tanto de tus familiares, como del resto de la sociedad: tu sexo y orientación sexual, tu nivel socioeconómico, tu carácter, tus preferencias, tus particularidades… de hecho, investigaciones recientes señalan que hay muchas más diferencias dentro de un mismo grupo que entre culturas diferentes, según afirma Joseph Gomes, investigador del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Navarra. Vamos, que la igualdad entre homo sapiens sapiens no deriva de su biología, sino que es una construcción sociocultural que hay que construir conscientemente. 

Desarrollando el estudio antropológico, no debemos caer en el error de pensar que comprendemos profundamente al “otro” gracias a las herramientas y a la mirada antropológicas, sino que debemos cuestionar siempre que realmente lo entendamos porque acarreamos ya tanto nuestros propios sesgos como nuestras experiencias y rasgos socioculturales. Somos ‘extraños profesionales’, que aparecen como un ovni en otra cultura, la observan a menudo extrañados, y luego vuelven a su planeta.

Debemos intentar trabajar siempre en lograr entender y respetar al ‘otro’. Uno de los errores más comunes sería señalar lo bizarro de ciertos comportamientos, en comparación, claro está, de la investigadora que los observa, y de la propia cultura de la que ella provenga. Solo en la voluntad de un diálogo, de una comunicación real, y en el interés y la pasión reales por “lo otro” se puede empezar a construir una comprensión y una igualdad de carne y hueso.

Se necesita tomar una distancia con el objeto de estudio, pero también un grado de empatía que profundice en la comprensión, y esto inevitablemente va a derivar en una relación personal más allá de la investigación estricta, que es en realidad la única manera de llegar a conocer y comprender algo en su totalidad. Y aquí entra el valor de los etnógrafos, historiadores, autores procedentes de pueblos originarios que están desarrollando su trabajo sobre su propia cultura en la actualidad.

Y la realidad es que entender un grupo de personas, una cultura o sociedad, tarda un tiempo que no se puede acelerar. Hay códigos secretos, sutilezas y vericuetos que tardan tiempo en ser desvelados o comprendidos.

¡Y en ello estamos! Hasta aquí llega esta filosofada, muchas gracias por escuchar, espero que no haya sido muy arduo y te haya parecido interesante, dime qué te ha parecido que eso sí que me interesa muchísimo, y nos escuchamos la semana que viene.

Mientras tanto, no te pierdas…

Bibliografía

SAMOAN CULTURAL PERCEPTIONS OF TĀ-VĀ by Unasa L. F. Va‘a https://ojs-dev.byuh.edu/index.php/pacific/article/view/3233/3169 

The Ruminating of the Samoan Va (Relationships in-between) and the Musing and Connecting of Identity By Fetaui Iosefo https://www.taylorfrancis.com/chapters/edit/10.4324/9781003025023-3/ruminating-samoan-va-relationships-musing-connecting-identity-fetaui-iosefo 

Beyond «Migration»: Samoan Population Movement (Malaga) and the Geography of Social Space (Vā) by Sa’iliemanu Lilomaiava-Doktor https://www.jstor.org/stable/23724742?read-now=1&oauth_data=eyJlbWFpbCI6InBhdWxhLndhbmRlcmx1c3RAZ21haWwuY29tIiwiaW5zdGl0dXRpb25JZHMiOltdLCJwcm92aWRlciI6Imdvb2dsZSJ9&seq=1#page_scan_tab_contents 

Heuristics of the Vā – AlterNative An International Journal of Indigenous Peoples Special Edition(Special Issue) by I’Uogafa Tuagalu at Auckland University of Technology https://www.researchgate.net/publication/280941728_Heuristics_of_the_Va 

Ministerio de Educación del Gobierno de Nueva Zelanda https://tapasa.tki.org.nz/teaching-stories/where-am-i/pacific-values/pacific-values/ 

Grammar and Dictionary of the Samoan Language https://nzetc.victoria.ac.nz/tm/scholarly/tei-PraDict-c3-14.html 

https://openrepository.aut.ac.nz/items/7f23604a-dcb5-4a3a-9acb-df172a044263

Can We Understand One Another?

https://www.sapiens.org/culture/intercultural-understanding-mead-freeman-controversy/

Entender y comprender al otro. José del Val  https://www.nacionmulticultural.unam.mx/portal/cultura_politica/jose_delval_20070606.html 

Recuperando a Margaret Mead y una antropología feminista de la crianza

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