3×06 Renovarse o morir: cambios de ciclo, resiliencia y nuevas oportunidades

publicado en: Podcast | 0

¿Es este realmente el inicio del Nuevo Año y toca establecer unos buenos propósitos de esos que se empiezan a incumplir en dos semanas y marcarse unas metas altísimas para los doce meses de 2025? ¿Comenzar un año nuevo o hacer un cambio importante en tu vida es para ti como la tortura de Sísifo, te sientes como si transporas montaña arriba una roca que, al llegar a la cima, rodará cuesta abajo y vuelta a empezar, o lo vives como una nueva oportunidad de otros doce meses nuevitos y listos para, esta vez sí, hacer las cosas bien? ¿Cómo podemos vivir mejor los cambios y mejorar nuestra resiliencia? ¿Cómo se viven los años nuevos en otras culturas? ¿Qué nos dicen los ciclos naturales sobre todo esto?

Hola qué tal?, soy Paula Martín, y en este podcast hablamos sobre antropología del Antropoceno, esta época en la que homo sapiens tiene loquito y acaloradito al planeta Tierra. Quédate estos veinte minutos de “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?” porque hoy hablamos de cambios, nuevas oportunidades y emerger de ellos cual mariposa o ave fénix, tú eliges.

Antes de nada, ¡Feliz Año Nuevo! Espero que hayas disfrutado de unos días libres, que hayas estado rodeada de tus sapiens queridas y queridos, que hayas comido unos buenos manjares y hayas tenido momentos de alegría y alboroto y también de calma y descanso, que estas fechas son para tomarse un buen trankimazin!

Acabamos de estrenar 2025, con los Reyes Magos del 6 de enero en España ya hay quien empieza a guardar el belén y los adornos de navidad y decide que no más roscón o panettone, GRACIAS, que su primer propósito del año es adelgazar no sólo los cinco kilos que hemos engordado todes en las fiestas navideñas, sino también los cinco anteriores que ya veníamos arrastrando de las vacaciones de verano… y ya que estamos, aprender inglés de una santa vez, empezar un hobby creativo, salir más al campo, beber menos… y esto solo por enumerar los típicos, los que no se cumplen porque no hay fuerza de voluntad, digámoslo ya. Pero también nos marcamos objetivos más gordos: encontrar un buen trabajo, comprarnos una casa o un coche, hacer una obra o un gran viaje, ampliar la familia o tal vez, dejarlo todo para dar la vuelta al mundo… y cambiar radicalmente de vida. 

Un nuevo año representa para todas un cambio de ciclo, una nueva y gran oportunidad, con doce mesecitos nuevos, sin arrugar, listos para llenarlos solo de cosas buenas y no ensuciarlos con nuestros vicios, defectos y malas costumbres. Unos propósitos de enmienda muy nobles y loables que, he de decir, obvian el hecho de que nuestra cara oculta forma parte de nuestra propia personalidad, de nosotros mismos,  muchas veces hasta de nuestra cultura, pero BUENO.

Pero ¿qué pasa año tras año? Que nos marcamos unos objetivos demasiado altos, o unas metas que no nos apetece nada de nada empezar a hacer realidad, o que no sabemos ni por dónde empezar… y casi por sistema, los abandonamos al poco tiempo. Otro año con la sensación de que ya en febrero mismo hemos echado a perder esa oportunidad.

¿Por qué nos cuesta tanto cumplir los propósitos de Año Nuevo? Según la neurociencia, porque establecemos esos buenos objetivos con la corteza prefrontal del cerebro, la que nos hace pensar racionalmente y visionar recompensas grandes pero lejanas y un tanto idealizadas… mientras que la gestión de las recompensas inmediatas que se obtienen con cada acción se gestiona en otras zonas del cerebro más relacionadas con las emociones, y que se resisten a revertir las tendencias que tan bien nos han funcionado hasta el momento, como son comer cosas calóricas y grasientas, descansar y seguir adelante con lo malo conocido. 

El neurotransmisor que actúa en esta sensación de recompensa es la famosa dopamina, que participa en funciones tan importantes para conseguir tus objetivos como son la motivación, el placer, la atención, el optimismo y la recompensa. Cuando empezamos la dieta o el gimnasio, por ejemplo, no obtenemos la recompensa de adelgazar o sentirnos más ágiles y en forma en los primeros días… y esa sensación de falta de recompensa inmediata hace que vayamos perdiendo la motivación. 

Más adelante te contaré cómo mantener la motivación, pero ahora vamos a intentar entender por qué narices nos tenemos que marcar el 1 de enero como comienzo de un nuevo año en el que todo ha de ser perfecto. Por qué nos echamos ese estrés a la espalda, y cuál es el verdadero cambio de ciclo.

El Año Nuevo a lo largo de la historia

Para empezar, creo que marcar el inicio de un nuevo año, y por lo tanto de un nuevo ciclo en medio de una estación climática, y que encima esa estación sea el invierno, una temporada en la que el frío y el mal tiempo hacen que nuestro cuerpo nos pida bajar el ritmo, descansar y hacer un ejercicio de introspección, pues no tiene mucho sentido… para mí – y para mucha gente, ahora lo veréis – el verdadero cambio de ciclo llega cuando cambia el tiempo, cuando dejamos atrás el mal tiempo y comienza la primavera. Es decir, el 20 de marzo con el equinoccio de primavera.

De hecho, así ha sido para muchas culturas y civilizaciones a lo largo de la historia de la Humanidad. 

Los babilonios fueron de los primeros en celebrar un “Año Nuevo” 4.000 años antes de Cristo, pero su calendario situaba el inicio del año a mediados de marzo, durante el equinoccio de primavera. 

Durante el Akitu, un festival que duraba 11 días y que se celebraba en cada equinoccio, honraban a sus dioses y el renacimiento de todas las cosas vivas, y los festejos tenían lugar después de un largo descanso. Akitu significa cebada en sumerio, por lo que era el momento del corte de la cebada en primavera, y de su siembra en otoño. Con ello, evocaban el ciclo del “eterno retorno”, y era el momento en el que los dioses determinaban el destino de todos los seres, incluidos los humanos, cada vez que se alcanzaba un Año Nuevo. 

Y del akitu surge el Nowruz, que se celebra cada 21 de marzo en Asia Central, Irán, Afganistán, Turquía y Siria, para marcar el Año Nuevo y que significa “nuevo día”. Tiene sus raíces en el zoroastrismo, una religión practicada en la antigua Persia que consideraba la llegada de la primavera como una victoria de la luz sobre la oscuridad, de Ahura Mazda, dios del bien y la luz, sobre Angra Mainyu, dios del mal y la oscuridad. La festividad del Nouruz es, en su origen, una celebración agrícola de culto a la fertilidad, y por ello utilizan lentejas germinadas como símbolo de la vida que resurge después del frío.

Tradiciones paganas como las de los celtas, previas a la llegada de los romanos a las islas británicas, reconocieron el carácter cíclico de la vida, tanto dentro del año como a largo plazo. Los celtas establecieron la “Rueda de la vida” para señalar sus festividades y marcar los tiempos de la agricultura y ganadería. 

En su entendimiento del Universo, lo que se conoce como cosmovisión, el tiempo era considerado como un proceso cíclico infinito, en el que relacionaban las estaciones con los ciclos vitales de los seres vivos y los fenómenos astronómicos y atmosféricos. Vamos, lo mismito que nuestra actual idea del progreso de la historia, siempre hacia delante, siempre hacia arriba.

La Rueda del Año celta se dividió en ocho días sacros, o sabbats, y no os voy a explicar todos porque nos quedamos aquí hasta el siguiente año nuevo, pero fijaos cómo algunas de ellas que acabamos de celebrar o estamos viviendo coinciden con el calendario instaurado por el cristianismo:

Yule (20-25 de diciembre), para celebrar el solsticio de invierno, cuando nace un ‘Niño Sol’, que ha de madurar para vencer la oscuridad de los meses invernales más crudos… ¿ te suena de algo?

Yule es una festividad de raíces escandinava y céltica, que fue asimilada por el cristianismo para su Navidad. En la cultura noruega, se creía que Yule era el momento en el que las almas de los muertos hacían su viaje al otro mundo, por lo que sus espíritus eran honrados con el sacrificio de animales, la quema de un tronco, el intercambio de regalos para mantener contentos a los dioses y pedirles un buen nuevo año, y la decoración con plantas verdes para mantener a los malos espíritus a raya y atraer la buena suerte. Por su parte, los celtas se centraban en el renacimiento del sol y el advenimiento de un nuevo año, por lo que quemar el tronco de Yule invocaba el retorno del sol.

Imbolc (1-2 de febrero), invoca la llegada de la primavera, de hecho su raíz etimológica sería “en el vientre” y hace alusión al renacer fértil de la tierra y sus frutos. el ‘Niño Promesa’ arroja su luz al año que comienza. Como la tierra empieza a despertar, las tradiciones celtas asociaban el florecer natural del cambio de estación con una energía renovada a nivel espiritual. Por ello, los festejos de Imbolc están dirigidos a Brigid, la diosa creadora de la poesía, la agricultura y la sanación.

Ostara (20-23 de marzo): el inicio de la primavera en toda su gloria. Por ello, coincide con los días del equinoccio en marzo. Las festividades se dirigen a la diosa que lleva el mismo nombre, y se celebra el día 21 del mes. Era en estos días que el Dios Padre y la Diosa Madre se unían para procrear al Niño Promesa. Por ello se decoran las casas con símbolos de fertilidad. De hecho, la tradición cristiana de pintar huevos en Pascuas se remonta a esta celebración pagana. 

En Japón, el Shunbun No Hi es el día del equinoccio de primavera, el 20 o 21 de marzo dependiendo del calendario lunar, un día festivo en el que el día dura las mismas horas que la noche y que marca el día central del higan, cuya duración es de una semana. El higan en la tradición budista es una tierra pura y de iluminación, situada al oeste, donde residen los budas y los bodhisattavas, y en el Japón budista se piensa que los equinoccios de primavera y de otoño, cuando el sol se pone exactamente por el oeste y se igualan el día y la noche, son los días en los que más cerca se está del paraíso y Buda se aparece en la Tierra para ayudar a las almas errantes a cruzar el río que separa ambos mundos, shigan e higan, por lo que estos días son propicios para pasar a la otra orilla, o sease al otro barrio. 

Pero lo que para nosotros es una circunstancia triste, la muerte, para ellos es feliz, porque como te decía “higan” significa, en chino, “la otra orilla”, haciendo referencia metafórica al momento en que se supera el estado de ignorancia y sufrimiento y se pasa a un estado permanente de iluminación y paz, el nirvana. 

Es una época marcadamente espiritual, que los japoneses celebran mostrando agradecimiento a la naturaleza, y respeto a sus ancestros. Unos días que marcan el fin del largo invierno y el inicio de la primavera – y del año fiscal – y después del cual comienza el Sakura, cuando florecen los cerezos.

1 de enero = ¿Año Nuevo?

Ya vemos que muchas culturas toman el equinoccio de primavera como el inicio del nuevo año, porque la Naturaleza despierta de su letargo invernal y todos los seres vivos se ponen a procrear como locos. ¿Y nosotros por qué lo celebramos el 1 de enero?

En Occidente nos regimos por el calendario cristiano, o gregoriano, introducido por el Papa Gregorio XIII en el año 1.582 y que a su vez se basaba en el calendario juliano de los romanos, que a su vez se basaba en el calendario egipcio…

El egipcio era el primero que no se basaba en las fases de la luna sino en las del sol, y se regía por la inundación del Nilo, obvio. Lo malo es que no coincidía con el calendario trópico, es decir una vuelta real de la Tierra alrededor del Sol, y cada cierto tiempo había desviaciones importantes, así que Julio César en el año 46 a.C. difundió por todo el territorio romano el calendario que había elaborado el astrónomo griego Sosígenes de Alejandría, al que humildemente llamó juliano.

 Se hicieron algunas reformas del calendario egipcio y la más importante fue tomar como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo que marcaba el inicio de la primavera. ¿Por qué? Pues el día 1 de enero era cuando los cónsules tomaban posesión de su cargo, y al empezar el año en enero, se identificaba el primer mes del año con Ianuarius , que significa enero en latín, y que era el dios romano de los comienzos y los finales.

Jano para los amigos, es el dios de dos caras, de los comienzos y los finales, de las transiciones, ya que al tener dos caras, puede mirar tanto hacia adelante al nuevo año como hacia atrás, al año terminado. Además, coincide con la época en Europa en que los días empiezan a alargarse después del solsticio de invierno. Es una especie de período de pausa y reflexión. Y oye, qué queréis que os diga, a mí esto de la pausa y la reflexión ya me va cuadrando más, aunque claro, ¿no sería mejor empezar el año con la energía y el subidón que te dan el buen tiempo y la primavera? No sé, digo, propongo

La vida se renueva en invierno

Entonces tenemos claro que nuestros calendarios siguen los ciclos del sol, la luna y de ahí, del renacimiento de la vida tras un período de descanso, de calma… y que tienen en cuenta eventos políticos o religiosos que muchas veces nada tienen que ver con nuestra naturaleza y que, como en el caso de occidente, nos empujan a poner en marcha complicados planes de éxito a muchos niveles en el período del año en que precisamente nuestro cuerpo nos pide descansar y reflexionar sobre el año que ha pasado, y sobre cómo contemplamos el año que empieza, como hacía el dios Jano con su doble cara.

Y como somos Naturaleza y por ella nos regimos, aunque queramos ir de seres puramente racionales, pues también somos cíclicos, nuestra historia lo es, y lo que le pase a la Naturaleza, al planeta, nos pasa a nosotros también.

Mirad, acabo de volver de la recogida de la aceituna, tengo una amiga que tiene algunos cientos de olivos en una aldea de Jaén, y allí nos hemos ido mi chico y yo unos cuantos días a vivir la experiencia de la eslomación en la recogida manual de la aceituna. Teníamos dos máquinas – una vibradora para darle un buen meneo a las ramas del olivo y que cayeran las aceitunas, y una sopladora para juntar montoncitos de aceitunas – pero por lo demás, ¡a darle a las ramas con la vara y a recoger las aceitunas del suelo con un rastrillo y unos recogedores! Si queréis ver cómo se hace y contemplar lo pato que soy con la sopladora y la vibradora, tenéis un vídeo en mi Instagram o Tiktok.  

Pues bien, a mí esta me parecía una forma muy buena de comenzar el año, porque hemos estado del 2 al 5 de enero, una manera de enraizarnos un poco, a nosotros que tenemos trabajos muy intelectuales, y no sé si te pasa, pero a menudo echo en falta trabajar con mis manos, con mi cuerpo, y no solo con la mente, porque lo corpóreo te conecta con nuestra parte orgánica, con nuestra propia naturaleza, mientras que lo intelectual y racional a menudo hace que desconectes, que te disocies emocionalmente de lo que haces… 

en fin, ha sido una experiencia muy buena que ha conseguido enraizarme, y conectarme con ese ciclo natural, aunque hayan sido pocos días… y es que a menudo vivimos de espaldas a lo real, lo orgánico, lo tangible… ya para rematar, me ha venido la regla estando allí, lo cual ha añadido al dolor de lumbares, al reventón, pero también me ha hecho conectar con ese ciclo menstrual que tenemos las mujeres que nos recuerda nuestra parte animal, aunque sea con un buen dolor de ovarios, y que nos conecta con la renovación de la vida cada 28 días.

Renovación EVERYWHERE! Todo en la Naturaleza es cíclico, también el clima, el ciclo del agua o los ciclos orbitales, pero… si somos tan cíclicos como todo en el planeta, ¿el calentamiento global está afectando a estos ciclos, y a nuestra propia vida sobre la Tierra? ¿O todo lo que llamamos ‘emergencia climática’ forma parte de ciclos naturales sobre los que nada podemos hacer y a ver si nos dejamos de que si el CO2 y que si la biodiversidad y la desertificación?

Ciclos naturales alterados por el calentamiento global

Claro, la Tierra da un giro completo alrededor del Sol y comienza un nuevo año en el que renueva todos los ciclos que dependen de este giro, y la interacción con la Luna también produce los ciclos de las mareas, pero en términos geológicos el planeta sufre procesos de cambio mucho más profundos que muchas veces tienen que ver más con su interior y con cómo este interior procesa todo lo que le viene de fuera, como por ejemplo los ciclos glaciares o los ciclos orbitales. 

Y como vimos en el episodio de los cambios climáticos y los desastres naturales, en la Tierra se han ido dando cambios muy profundos y también de manera cíclica. 

Estos ciclos, que se han venido dando desde el nacimiento del planeta Tierra y se renuevan cada muchos miles de años, están siendo utilizados por los negacionistas del calentamiento global para decir que todo lo que está pasando forma parte de cambios ‘naturales’, ‘orgánicos’, que son ajenos a la mano del ser humano, y que nuestra manera de consumir, de devorarnos los recursos planetarios, no tiene nada que ver con el aumento del CO2, el empobrecimiento de la biodiversidad, la desertificación… ¡así que sigamos con el business as usual!  

Por ejemplo, los ciclos más importantes que afectan al clima de nuestro planeta son los conocidos como Ciclos de Milankovitch. “La órbita de la Tierra alrededor del Sol varía cíclicamente por el efecto gravitatorio de la presencia de otros cuerpos y planetas del Sistema Solar. Estos cambios en la inclinación o excentricidad de la órbita terrestre (cuanto de circular o elíptica es) causan que la cantidad de energía solar que nos llega cambie con el tiempo, provocando importantes cambios en el clima, como las glaciaciones”. 

Sin embargo, estos cambios se producen a lo largo de decenas de miles de años y los ciclos de Milankovitch lo que hacen es enfriar el planeta, no calentarlo que es lo que está pasando ahora.

Otro ciclo que se desarrolla en el interior de la Tierra es el Ciclo de Wilson, que describe los movimientos tectónicos que abren y cierran cuencas oceánicas y montan y desmontan supercontinentes. Y claro, provocan cambios locales o globales en el clima, principalmente por provocar cambios en la circulación de los océanos. Pero de nuevo, este es un proceso que toma millones de años y no puede atribuirse a la crisis climática actual.

Y ya que estamos, también hay que desmentir que un cambio detectado en el núcleo de la Tierra, que habría ralentizado su velocidad de giro, coincidiendo así con la velocidad del resto de capas internas del planeta, esté detrás del calentamiento climático. En el artículo publicado en Nature NO se detallaban evidencias de que los cambios en el interior de la Tierra sean la causa de la crisis climática. ¡O sea que mucho cuidadito con los bulos del negacionismo!

Lo que sí está haciendo el calentamiento global es afectar profundamente al ciclo del agua, y poca broma con esto. 

Según avisa Ripl en la revista Philosophical Transactions,  “El ciclo del agua es fundamental para la generación de alimentos, energía y otros servicios que nos brinda la naturaleza. También es el agente clave de la regulación del clima y, además, el receptor y transmisor del cambio que originan las sequías e inundaciones causadas por el cambio climático”. Y es que el agua es fundamental para asegurar la resiliencia de los sistemas que aseguran nuestra supervivencia.

Como escriben Gleeson, Wang-Erlandsson, Porkka y otros en la revista Water Resources Research, “la resiliencia hídrica, que es la capacidad del ciclo del agua para sostener la resiliencia de los sistemas socioecológicos, se sostiene en las funciones del agua. Estas funciones del agua son fundamentales para los sistemas hidroecológicos, hidroclimáticos e hidrosociales en los que la humanidad ha vivido durante el holoceno y han permitido el desarrollo de nuestras sociedades como las conocemos”.

Es decir, que el cambio climático está alterando un ciclo tan importante como el del agua, que asegura nuestra supervivencia… y el fluir del agua es precisamente la metáfora que usaron Heráclito o Buda para hablar de la impermanencia de las cosas, de lo natural del cambio. Heráclito dijo “«Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.», refiriéndose a que el cambio es la única constante, mientras que Buda afirmó que «La vida es un río, fluye incesantemente; un torrente de constante cambio.»

De hecho, no sé tú, pero yo tengo la sensación de que estamos ante un cambio de ciclo global, de un cambio de paradigma que puede llegar a transformar nuestro modelo socioeconómico a escala global.

El rápido empeoramiento de las consecuencias del calentamiento global, combinado con el ascenso de la ultraderecha, negacionista precisamente de este mismo cambio climático, y los signos de desgaste del sistema capitalista, nos sitúan ante una situación de emergencia que nos provoca vértigo y una preocupación muy honda…

¿Debemos empezar a pensar que la era de la abundancia material ha concluido? ¿Debemos dejar de dar por hecho que vamos a tener permanentemente acceso a energía, materias primas y alimentos baratos y de calidad? Es posible, ¡pero no entremos en pánico! 

Quizá, solo enfrentándonos a estos posibles traumas, estemos construyendo los cimientos de un nuevo sistema que siga un modelo más local, austero con el uso de los recursos, menos consumista… quizá nuestra mente de rebaño al contemplar el cambio climático sin hacer nada realmente y siguiendo en esas inercias tan difíciles de cambiar, quizá necesite una amenaza inminente o algún tipo de catástrofe para ser catalizador de un cambio profundo y real. Vale, ya me relajo, ya le bajo un poco la intensidad, que vamos a ir terminando y lo vamos a hacer en una nota positiva y pelín filosófica.

Renovación, cambio, transformación

Bueno, pues ya hemos visto que todo esto va de renovar ciclos, de reflexionar sobre el que dejamos atrás y contemplar con una mirada amplia el nuevo ciclo que tenemos ante nosotras… ¡es decir, de renovación, de cambio, de transformación!

Y esto de los cambios hay gente a la que le da urticaria porque siente un vértigo tremendo… mientras que otros están impacientes por hacer un borrón y cuenta nueva súper radical. Y bueno, como siempre, ¡en el punto medio está la virtud!

A algunos les puede parecer el mito de Sísifo venga p’arriba de la montaña con la roca, pero se olvidan de que en el mito, todos los acontecimientos están predeterminados, mientras que en nuestras vidas no, por lo que recomenzar la rueda representa en realidad una nueva oportunidad

“Las Metamorfosis”, de Ovidio, habla de la capacidad de los seres humanos para transformarse, es una buena lectura en un mundo como el nuestro, muy cambiante a un ritmo muy rápido, que nos provoca desasosiego e incertidumbre. Si entendemos el cambio como parte de la vida cotidiana, como un elemento de los ciclos en los que fluye la existencia, se reduce el sufrimiento que da la incertidumbre, y aceptamos ese ciclo eterno y ese fluir de los acontecimientos como el ciclo del agua, a veces un estanque en calma, a veces un río bravo, a veces una nube ligera, otras lluvia furiosa, pero siempre en movimiento y constante cambio de estado.

Si conseguimos aceptar que la vida es puro cambio constante, lograremos no solo lidiar con las inevitables transiciones de la vida, sino también aprovechar las oportunidades que vienen con cada nueva fase, en vez de resistirnos al cambio y aferrarnos a lo que ya no forma parte de la corriente que te transporta.

Y es aquí donde aparece la resiliencia, como hablábamos con el agua, en esa flexibilidad y ese mirar hacia delante con confianza y pensando que quizá lo que viene puede ser mejor. Y es aquí también donde encontramos la motivación de la que te hablaba al principio del episodio, la que nos dará la fuerza de voluntad para conseguir remar hacia las metas que nos habíamos marcado. ¡Ojo! Digo ir hacia ellas, no conseguirlas… lo de conseguirlas ya se verá, que también hay que ser realista y, como hemos visto, pues aceptar lo que va apareciendo en el camino, aunque no sea lo que esperabas o querías… ¡que si no se pasa muy mal!

Cómo mantener la motivación

Pero ¿cómo seremos capaces de mantener esa motivación para no hundirnos cuando las recompensas no llegan, cuando nuestras metas parecen demasiado lejanas, cuando estamos dentro de un bucle del que parece que no podemos salir?

Bueno, en parte depende de la dopamina, porque cuantos más altos son los niveles de dopamina, menos nos cuesta esforzarnos en conseguir una recompensa más valiosa y que parece más lejana que la recompensa fácil e inmediata. Pero hay quien tiene esos niveles de dopamina altos por genética, como yo que soy una motivada, y quien necesita entrenar la motivación, y esto solo se consigue a fuerza de usar la fuerza de voluntad.

Cada vez que la utilizamos, favorecemos conexiones neuronales que fortalecen el comportamiento que perseguimos. ¿Dónde está el truco? Pues en imaginar recompensas suficientemente lejanas para que alcanzarlas implique un cierto esfuerzo, pero a la vez lo bastante cercanas para que las percibamos como asequibles. Y además, en darse recompensitas de vez en cuando, ¡que un dulce no hace daño a nadie! y por supuesto ser amable con una misma y sus propias debilidades. 

Para no ver tus planes como inalcanzables y que te pueda el estrés y el desánimo, intenta partirlos en acciones más pequeñas, en actuaciones que te supongan un esfuerzo concreto y que te veas capaz de realizar. Como en la lucha contra el cambio climático, no tienes que hacerlo todo perfecto, sino ir implementando pequeños cambios cada día para lograr un bien mayor. Como el nowruz persa, el año nuevo es en realidad solo un nuevo día: empieza por ahí.

Pequeños cambios poco a poco consiguen un efecto acumulativo que solidifique los cambios, y un efecto dominó que precipite un gran cambio, mientras que hacerlo al revés a veces puede llevar al efecto contrario…es como hacer una dieta súper restrictiva y perder mogollón de kilos en poco tiempo, pero luego tener el efecto bumerang y volver a ganarlos.

Respecto a nuestros planes apoteósicos y objetivos inalcanzables, recuerda: la naturaleza está dormida, no hagas propósitos de año nuevo ahora. Descansa, lee libros gordos (es buen momento para los clásicos), mira películas de las buenas, escucha música triste, cuenta historias junto a un buen fuego (cómo me ha gustado la lumbre y la mesa camilla después de estar entre los olivos eh?), dedica tiempo a la introspección, y todo renacerá con el equinoccio de primavera, el 20 de marzo.

Vamos a ponerle el punto final a este episodio un poco hierbas con una cita de Virginia Woolf que me parece espectacular:

“El movimiento y el cambio son la esencia de nuestro ser; la rigidez es la muerte; la conformidad es la muerte; digamos lo que se nos pase por la cabeza, repitámonos, contradigámonos, soltemos la tontería más alocada y sigamos las fantasías más fantásticas sin preocuparnos qué hace, piensa o dice el mundo. Porque nada importa salvo la vida; y, por supuesto, el orden.” 

Lo dejamos aquí, espero que te haya inspirado un poco, quizá aliviado si lo del Año Nuevo te da una mijita de ansiedad o si estás en un momento de incertidumbre… y como siempre espero tus comentarios para seguir la conversación y tu cariño como siempre si te ha gustado el episodio: con un like, compartiendo este episodio con quien le pueda gustar, dejando una buena valoración… ¡lo que te apetezca y te nazca! Yo te espero aquí la semana que viene con una entrevista súper apasionante y muy conectada a lo que está pasando ahora mismito en la esfera internacional… ¡y no te doy más pistas! Adióoos…

Bibliografía

Libros

“Las Metamorfosis” (Ovidio)

“The Akitu Festival: Religious Continuity and Royal Legitimation in Mesopotamia” (Bidmead, Julye)

Papers

Gleeson, T., Wang‐Erlandsson, L., Porkka, M., et al. (2020). Illuminating water cycle modifications and Earth system resilience in the Anthropocene. Water Resources Research, 56(4), e2019WR024957. https://doi.org/10.1029/2019WR024957

Ripl, W. (2003). Water: The bloodstream of the biosphere. Philosophical Transactions of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 358(1440), 1921-1934. 

Yang, Y., Song, X. Author Correction: Multidecadal variation of the Earth’s inner-core rotation. Nat. Geosci. 16, 189 (2023). https://doi.org/10.1038/s41561-023-01136-z 

Konecky, B.L., McKay, N.P., Falster, G.M. et al. Globally coherent water cycle response to temperature change during the past two millennia. Nat. Geosci. 16, 997–1004 (2023). https://doi.org/10.1038/s41561-023-01291-3 

Artículos

Quino Favero, J. (22 de marzo de 2021). El ciclo del agua y la resiliencia de los ecosistemas. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones. https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/el-ciclo-del-agua-y-la-resiliencia-de-los-ecosistemas 

Por qué nos cuesta tanto cumplir los buenos propósitos de Año Nuevo

‘Shunbun’: el equinoccio de primavera

https://www.nippon.com/es/japan-topics/b09705

Equinoccio de primavera (Shunbun No Hi), el paso de las almas al otro lado

https://japon-secreto.com/equinoccio-primavera-paso-almas-otro-lado

La Rueda del Año: así es el calendario de fiestas paganas que rige los tiempos de cosecha en Europa

https://www.ngenespanol.com/historia/que-celebra-la-rueda-del-ano-en-el-calendario-pagano-y-como-se-divide

Celebrating Yule: the ancient roots of Christmas https://www.norsegarde.com/en-es/blogs/lore-and-mythology/yule-the-ancient-roots-of-christmas 

El equinoccio de primavera: mitos y realidades. Rosalba Delgadillo Torres https://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/13_iv_nov_2008/casa_del_tiempo_eIV_num13_57_62.pdf 

¿Qué es el Nouruz y dónde se celebra?

https://www.nationalgeographic.es/historia/nouruz-que-es-donde-se-celebra

El calendario cristiano u occidental https://serviastro.ub.edu/es/materiales/articulos/el-calendario-cristiano-u-occidental#:~:text=El%20calendario%20gregoriano%20se%20basa,basaba%20en%20el%20calendario%20egipcio

Cómo se decidió que enero fuera el primer mes del año https://www.bbc.com/mundo/noticias-46722674 

Así es el cambio de año en las tradiciones de los calendarios cristiano, judío y tibetano https://www.larepublica.co/ocio/asi-es-el-cambio-de-ano-en-las-tradiciones-de-los-calendarios-cristiano-judio-y-tibetano-4030026 

Es falso que los ciclos del interior de la Tierra sean la causa del cambio climático actual

https://www.newtral.es/ciclos-interior-tierra-cambio-climatico-bulo/20240109

¿Los cambios orbitales son responsables del actual calentamiento global? https://medina.aemet.es/cambio-climatico/los-cambios-orbitales-son-responsables-del-actual-calentamiento-global 

El ciclo del agua ha cambiado en los últimos 2.000 años por las variaciones de temperatura https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/el-ciclo-del-agua-ha-cambiado-en-los-ultimos-2000-anos-por-las-variaciones-de-temperatura

Regla y estado de ánimo: ¿hasta dónde influyen sus fases en tus cambios de humor?

https://bebloomers.com/tu-mente/gestion-emocional/fases-emocionales-ciclo-menstrual/

El ciclo menstrual: cambios cíclicos positivos, cambios cíclicos negativos

https://www.crianzanatural.com/documentos/Ciclo-menstrual-cambios-ciclicos-positivos-negativos_art233

La vida es un cambio constante: Abraza la transformación

Vídeos

Se avecina un cambio en los ciclos de la Tierra ¿Cómo te afectará?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *