¿Siempre hubo desastres naturales y cambios climáticos como los de ahora? 

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¿Sabías que una época especialmente cálida y estable llamada el Óptimo Climático Romano favoreció el florecimiento y expansión del Imperio Romano, y que una pequeña glaciación sobre el año 500 después de Cristo pudo estar entre los factores que provocaron la caída de este poderoso imperio? ¿Tenías idea de que la sequía pudo ser una de las razones más importantes detrás de la misteriosa desaparición de la civilización maya durante los siglos XIII y XIV?

Y por desgracia, en España hace poco hemos vivido el peor desastre climático (que no natural) de toda la historia del país… se han perdido 215 vidas, decenas de miles de personas han perdido todo lo que tenían, múltiples poblaciones a lo largo de la costa de Valencia han quedado completamente arrasadas… y costará años recuperarse de este golpe. Desde aquí les envío un abrazo enorme porque ahora mismo, aparte de toda la ayuda económica y material y justo en estas fechas, el calor humano es lo que más les puede reconfortar… y es que, como veremos en este episodio, todos y todas estamos expuestos a sufrir un desastre natural, y por ello la empatía y arrimar el hombro han sido siempre claves para la supervivencia de esta humilde especie llamada homo sapiens.

La historia del ser humano es la historia de su adaptación a un entorno natural en cambio constante.

Un reciente estudio publicado en Nature llamaba la atención sobre el hecho de que, desde 1870 a 2016, se han venido produciendo cada vez más DANAs en la zona del Levante, la antigua gota fría. No sabemos si detrás de este aumento en la frecuencia y gravedad de estos fenómenos como la DANA está el calentamiento global antropogénico, es decir, el producido por el hombre, o un cambio climático a mayor escala, pero lo importante es cómo nos adaptaremos a este nuevo escenario cambiante, cómo vamos a responder como sociedad y como civilización: si seremos de las que sobrevivieron e incluso prosperaron en escenarios climáticos muy adversos y complicados, o si seremos de las que, por el contrario, desaparecieron de la faz del planeta. Gracias a la historia y la ciencia, y al progreso social, tenemos muchas papeletas para aprender de errores pasados y movernos mejor que por ejemplo los visigodos, que pusieron en marcha medidas importantes contra la sequía y sin embargo cayeron frente a los árabes, pero… ¿quién sabe? La estupidez y el egoísmo humanos son un factor muy importante a tener en cuenta…

Sí, querida humana, los cambios climáticos y desastres naturales nos acompañan en este planeta azul desde que aparecimos como especie, y han supuesto cambios tan súbitos y traumáticos y cataclismos económicos y sociales tan graves, que podríamos decir que son fenómenos muy importantes que han moldeado la historia de la Humanidad. Claro, que estos cambios de clima y desastres naturales… han sido provocados por la Naturaleza y los desastres son desastres para nosotros, pero son pura física y como tal, neutros… pero y cuando homo sapiens los provoca, ¿cómo se llaman? ¿Artificiales? ¿Productos de la inmensa estupidez y egoísmo humanos? Vamos a verlo.

Pero antes de entrar en materia, te saludo, no?? Hola! Cómo estás? Espero que bien y no tan mocosa como yo en estas fechas de tantas celebraciones que tienen distinto significado para unos y otras… y que hay quien vive con alegría, quien se siente solo y triste, y hay grinch como yo que viven con irritación de tanto consumismo y tanta falsedad y tanta cena de Navidad que me tienen hasta los mismísimos… pero oye, una excusa para juntarnos todos y comer rico y hacernos regalos y cantar villancicos que nunca está de más, plantátelo así. ¡Y a comer turrón!

Una semana más nos reencontramos para hablar de nuestra querida especie en estos tiempos tan complicados y turbulentos que nos ha tocado vivir, y sobre cómo hemos trastocado el planeta Tierra a nuestra voluntad hasta que ha empezado a devolvérnoslas… en maneras que nos están fastidiando la vida.

Yo soy Paula Martín, periodista y antropóloga y te doy la bienvenida a “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”, el podcast en el que hoy vamos a investigar un poco sobre eso que dicen los negacionistas del calentamiento global de que siempre hubo cambios climáticos y desastres naturales igualitos igualitos a lo que estamos viviendo ahora mismo y que mejor dejar actuar a la Naturaleza a su aire y nosotros a lo nuestro.

Lo cierto es que esto de que si siempre hubo desastres naturales y cambios climáticos igual que está pasando ahora es una pregunta que me hacen muy a menudo, como dirían los influencers y me preguntan sobre todo por la glaciación que hubo en la Edad Media, o sobre el fenómeno de calentamiento al final del fenómeno del joven Dryass que provocó riadas e inundaciones gigantescas y mortíferas… y quien me lo pregunta muchas veces lo hace de manera totalmente honesta y con curiosidad, eh? 

La duda existe, está ahí, y OJO porque es muy fácil que ciertas personas interesadas precisamente en sembrar la duda, los bulos y la desinformación, utilicen esa manera natural que tenemos de dudar y desconfiar… para introducirnos planteamientos que van en contra de nuestros propios intereses… y en favor de los intereses de quien de manera egoísta solo se preocupa de mantener el business as usual de la gran industria, la gran banca, las petroleras…

Y aquí quiero que te quedes con la historia de un pueblito griego llamado Metamórfosi, en la región de Tesalia, en una zona muy llana y baja y por lo tanto inundable. Aquí la mayoría de los locales se dedican a cultivar algodón, pero la región está muy empobrecida porque ha sufrido inundaciones catastróficas en 1953, en 1992, en 2000, y en 2023 dos veces en 15 días. Volveremos a él más adelante.

En fin, pero es que… ¡es verdad! Siempre existieron los cambios climáticos y los “desastres naturales”. Siempre. Es decir, miles de millones de años de historia del planeta.

¿Por qué? Porque “el cambio es la única constante”, ya lo dijo Heráclito hace 2.500 años y es cierto, todo fluye, como la lava, nada permanece… así que vivimos peligrosamente, tenemos la ilusión del control en un trabajo, una casa, una familia… pero todo eso está en constante evolución y renegociación y nada, ¡a fluir con el cambio! 

Fíjate: las civilizaciones han florecido a lo largo de ríos que se desbordaban periódicamente, de fallas que provocaban terremotos, a la sombra de volcanes que entraban en erupción, en las costas que sufrían lluvias torrenciales, tifones o tsunamis… ¿por qué? Porque en esos sitios florece la vida: el agua es accesible, el suelo es fértil, o las vías de agua permiten pescar y comerciar. Y claro, vivir en estos sitios nos pone en riesgo frente a las fuerzas disruptivas de la naturaleza. “Los riesgos naturales son un resultado inevitable de los procesos físicos de la Tierra. Se convierten en catástrofes naturales sólo cuando suceden en un núcleo urbano o cerca de este, cuando los edificios son incapaces de soportar ese cambio súbito que provocan”, como dice Lucy Jones en “Desastres. Cómo las grandes catástrofes moldean nuestra historia”.

Sabemos que van a ocurrir. Pero no sabemos cuándo, o cómo de fuertes serán. Los científicos lo saben a grandes rasgos, más o menos conocen las señales, pero no pueden predecir todo exactamente y sobre todo, no pueden detenerlos. “El azar denota que cada momento tiene sus riesgos, algo que nos provoca ansiedad”, dice Jones y tiene más razón que una santa. 

Pero claro, nuestras vidas humanas son una mota de polvo en los tiempos geológicos en los que se dan estos ‘desastres’, así que puede que en nuestra corta vida humana tengamos la suerte de vivir pocos cataclismos climáticos. Y aquí entra en juego lo que los psicólogos llaman «sesgo de normalización», que es la incapacidad de ver más allá de nosotros mismos.

Lo que experimentamos ahora o en nuestra memoria reciente se convierte en nuestra definición de lo posible. Creemos que solo tenemos que enfrentarnos a los pequeños eventos cotidianos, que si pagar las facturas, llegar a tiempo al trabajo, alimentar a las criaturas… y por ello, si no ocurren EVENTAZOS como un desastre, pues son poco menos que ficción. Pero ocurren, y han ocurrido siempre. De hecho, los geólogos coinciden en que el principal cambio que se ha producido en la corta historia del ser humano es el aumento de su grado de exposición… y en los últimos años, de la gravedad de las consecuencias de estos fenómenos, debido al impacto cada vez mayor del cambio climático que estamos provocando.

En el inicio, de hecho, fue el caos, los desastres, los acontecimientos súper violentos…

Los inicios del planeta: de la bolita de nieve al plácido Holoceno

Mira, lo que conocemos como ‘desastres naturales’ y cambios climáticos como las inundaciones, glaciaciones, erupciones volcánicas, terremotos… forman una parte tan integral del planeta Tierra, que en el principio de los tiempos sólo había eso. 

Te lo voy a contar muy rápido y súper simplificado porque no soy experta en geología y en cualquier otro lugar lo encontrás mejor explicado que aquí, no es a lo que hemos venido pero hace falta que conozcas esto antes.

Entonces, decíamos que, durante miles de millones de años, pasamos de un planeta que era puro volcán y magma por todas partes, a uno casi enteramente inundado, luego a una bola de nieve total y de ahí a unas placas tectónicas rocosas cubiertas de aguas poco profundas que se empezaron a mover por todos lados y ya sabéis… ¡terremotos! Mientras todo esto pasaba, se sucedieron extinciones masivas en todo el planeta… una de ellas causada por el meteorito que impactó contra la Tierra a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 65 millones de años, y se cargó a los dinosaurios.

Cuando aparecieron los primeros homo sapiens hace alrededor 300.000 años en el Pleistoceno, el planeta estaba en una fase estable geológicamente y la Tierra se empezaba a calentar más. El Dryas Reciente o Joven Dryas que te mencionaba antes, que empezó hace 12.900 años​ fue un retorno a las condiciones glaciales anteriores, las temperaturas globales bajaron entre 4 y 10 grados y la mayor parte del hemisferio norte estaba cubierto de hielo. Después se produjo un rápido calentamiento y claro, un deshielo que provocó enormes inundaciones… algo que le ha venido muy bien al autor de civilizaciones legendarias Graham Hancock, que tiene un documental de ficción muy entretenido que puedes ver en la plataforma de la N grande y roja y del que también hablamos en el episodio con Mikel Herrán.  

El final de esas glaciaciones marcó la entrada hace 11.700 años en el plácido Holoceno, un periodo cálido por el aumento del dióxido de carbono, el deshielo de las últimas glaciaciones y la subida del nivel del mar, una época aún más estable que ha garantizado nuestro bienestar, con ciertos momentos de glaciaciones cortas, de épocas secas y algunas más cálidas y húmedas… pero en general súper plácido… hasta ahora, que seguimos en el Holoceno pero algunos geólogos piensan que deberíamos inaugurar la época del Antropoceno, y otros despistados prefieren decir que está el tiempo loco, como se solía decir cuando no nos queríamos enterar del calentamiento global. Es coña, el Antropoceno se considera una época ecológica histórica y política en la que estamos ahora mismo por los cambios en el clima debidos a la actividad del ser humano, es decir, antropocéntricos.

Pero vale, ya estamos en la “actualidad” y como ves el planeta ha sido un constante ir y venir de fenómenos geológicos muy fuertes y profundos que se reflejaban en el clima… eso sí, durante miles de millones de años. Ahora vamos a ver algunos de los desastres naturales más tremendos de la historia de la Humanidad, al menos de los que se han registrado… y cómo se interpretaron por nuestros antepasados.

Desastres naturales en la historia

De nuevo, aquí no me voy a explayar mucho, existen muchos artículos y vídeos que detallan los desastres naturales que han afectado a la Humanidad y sólo voy a hablar de algunos de los más significativos y que dieron lugar a cambios o interpretaciones trascendentales para el ser humano.

Para empezar, el cataclismo natural que más cerca ha estado de aniquilar a la raza humana tuvo lugar hace más de 74.000 años: la erupción de un súper volcán en Sumatra, en la isla de Toba, fue más potente que miles de bombas atómicas juntas. La nube de cenizas que creó se esparció por todo el mundo y dejó al planeta entero sin verano durante casi diez años ME MUERO, bajando la temperatura global entre 3 y 5 grados, por lo que se produjo una gran extinción de plantas y fauna y con ello, de seres humanos. 

La población mundial, que antes rondaba el millón de personas, fue reducida a diez mil, casi todos en el cono sur de África y gracias a que descubrieron que podían comer marisco (yo feliz de comer zamburiñas todos los días, eso sí te digo). Es la cantidad más baja de población desde la existencia del Homo sapiens y el primer desastre natural que podemos documentar. 

Después de eso, dos desastres que tuvieron interpretaciones legendarias: la desaparición de la Atlántida tragada por las aguas, y el Diluvio Universal.

La desaparición de la Atlántida se sitúa entre los años 1550 y 1650 a. C., y actualmente se explica como la consecuencia de una erupción explosiva que destruyó la isla de Santorini, precedida por un fuerte terremoto que, al mismo tiempo, generó un tsunami que arrasó completamente la antigua ciudad de Thera y destruyó literalmente la costa donde habitaba la antigua civilización minoica, al tiempo que causaba un gran número de víctimas desde Creta hasta Egipto.
En cuanto al Diluvio Universal, que ocurrió en torno al 2.300 antes de Cristo, parece ser que las inundaciones ocurridas en la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates fueron consecuencia de los efectos de un tsunami que anegó más de 100 km de las tierras más pobladas y ricas del mundo que se conocía entonces. Y por ello los babilónicos lo llamaron «universal».

También está la erupción del Vesubio en el año 79 d.c, y si has estado en Pompeya alucinarás de que una ciudad así se la tragara la lava y las cenizas… allí se había establecido una comunidad próspera gracias a los suelos fértiles y la abundancia de agua que garantiza la proximidad del volcán. Pero para aplacar la ira del dios Vulcano, que según la mitología romana vivía en el Vesubio, los habitantes celebraban las vulcanalias, festivales que se celebraban todos los años el 23 de agosto con hogueras y sacrificios para que Vulcano mantuviera sus cosechas a salvo de la destrucción. 

Es paradójico que fuera ese mismo día del año 79 antes de cristo el que el volcán entró en erupción, aunque llevaba varios meses avisando con terremotos leves . (En realidad por cierto es un súper volcán que tiene la potencia real de destruir toda Europa, y me he visto un documental aterrador al respecto, os lo dejo en bibliografía y a mí se me quedaron los ovarios aquí, de verdad). El 90% de los habitantes pudieron escapar, pero en pocas semanas toda la ciudad, y también la vecina Herculano, fueron sepultadas, y la zona se abandonó hasta que fue excavada en el siglo XVIII.

En cuanto a Sodoma y Gomorra, que según la Biblia fueron destruidas porque Jesús no pudo encontrar en ellas ni a diez hombres buenos, parece ser que estas ciudades sí fueron destruidas hace menos de 4.000 años… y la interpretación bíblica se asemeja bastante a lo que los científicos han encontrado en los sedimentos. Parece ser que Sodoma, Gomorra, Admá y Seboyim, las ciudades destruidas, estaban cerca del Mar Muerto, que es una depresión tectónica en que la corteza terrestre se está abriendo, y cuyo fondo está casi 800 m más bajo que el nivel del Mediterráneo. 

Lo que podría haber pasado es que las ciudades se hundieron debido a la licuefacción sísmica del terreno, un fenómeno según el cual el terreno se comporta como un líquido y es capaz de “engullir” estructuras como las viviendas de poca entidad. 

En cuanto al azufre y el fuego, las condiciones de la zona, rica en hidrocarburos, podrían dar lugar a incendios de productos petrolíferos si se hubieran producido terremotos en ese proceso de licuefacción.

El terremoto de Lisboa en 1755 es especialmente mítico. Fue de 8.7 grados en la escala de magnitud de Richter, por lo que entra dentro de la denominación de “terremoto épico”. Desgraciadamente para mi amada Lisboa, la destrucción fue terrible, también a nivel moral ya que se produjo el día 1 de noviembre, día de Todos los Santos para la católica Portugal, pero las consecuencias para el estudio de los desastres naturales fueron positivas ya que se empezó a ver que no eran castigos divinos, sino la Madre Naturaleza actuando, y que había que estudiarlas desde la ciencia.

El día 1 de noviembre de 1755, tres sacudidas gigantescas por un mega terremoto con epicentro en el Atlántico a menos de 300km de Lisboa hicieron que muchas casas se derrumbaran y se originaran pavorosos incendios que hicieron arder casi toda la ciudad y mataron a entre 10.000 y 100.00 personas. La población huyó a la costa, pero allí la esperaban las gigantescas olas generadas por un tsunami que elevó la cifra total de muertos a 60.000 personas, más de un tercio de la población en aquella época.

La erupción del monte Tambora en 1815 en la isla indonesia de Sumbawa es la más potente registrada en la historia, con una potencia equivalente a 800 megatones de TNT que, además de expulsar ingentes cantidades de lava, causó un tsunami que arrasó las costas vecinas. Se estima que provocó 71.000 víctimas, pero además causó un enfriamiento global que redujo la temperatura media en 0,4° durante varios años. Esto provocó que 49.000 personas fallecieran de hambre por la consiguiente pérdida de las cosechas y causó del llamado «año sin verano», ya que el verano de 1816 fue uno de los más fríos y lluviosos en Estados Unidos y Europa. Además, la erupción del Tambora generó un tsunami que acabó con la vida de más de 10.000 personas. 

Por último voy a mencionar el terremoto de 1960 en Valdivia, Chile, el más fuerte jamás registrado, con 9,5 grados richter. Fue percibido a nivel planetario y produjo una serie de maremotos que alcanzaron Hawái y las costas de Japón y la erupción del volcán Puyehue Costó la vida de entre 16.554​ y 20.005​ personas, y dejó damnificados a más de 2 millones.

¿Cómo hemos explicado estos desastres y cambios climáticos?

“El cerebro humano está biológicamente programado para no morir, es decir, para comprender el medio, con el fin de detectar y evitar los posibles peligros”. El éxito de homo sapiens se ha debido a su adaptación a las diferentes condiciones del medio y a aprovechar lo que nos beneficiaba, como por ejemplo el fuego resultante de la caída de un rayo. 

Mientras que no ha sido posible explicar estos fenómenos climatológicos en base a las pruebas debido a que la ciencia no se había desarrollado, hemos recurrido a lo sobrenatural para satisfacer nuestra inquietud y explicar el entorno, que es lo mismito mismito que hacen los conspiranoicos en la actualidad. Así se crearon las religiones, para dar sentido a acontecimientos inexplicables y atribuyendo a las divinidades el control de los elementos naturales.

Por esta razón, los babilonios veneraban a Adad: dios de las tempestades y del rayo, de la lluvia y del trueno, que podía ser benéfico si conseguía provocar la lluvia, o maléfico si provocaba inundaciones y tempestades.

También los griegos atribuían a las divinidades todos aquellos acontecimientos que no permitían entender por sus escasos conocimientos científicos, como por ejemplo el terremoto del 464 antes de cristo, que azotó la ciudad de Esparta, fue interpretado como un castigo enviado por Poseidón.

En la Antigua Roma los desastres relacionados con amenazas de origen natural y biológico también se consideraron castigos divinos. Se pensaba que eran provocados por la ruptura de la Pax Deurom, esto es, la alianza entre el pueblo romano y las divinidades, construida a partir de la devoción popular, y que garantizaba la prosperidad de la República o el Imperio. 

De hecho, la palabra desastre proviene de la cultura romana y literalmente significa «mala estrella». Los romanos creían que los desastres sucedían porque su destino estaba escrito en las estrellas, aunque podían influir sobre él aplacando la ira de los dioses… como trataban de hacer los pompeyanos con las vulcanalias el día que explotó el Vesubio.

La cultura judía desarrolló una concepción distinta de la divinidad y de sus interacciones con el mundo humano. Los judíos rechazaban la idea de que los dioses fueran unos seres egoístas y mezquinos. Creían en un dios bueno por naturaleza, un dios que amaba a sus criaturas. Pero si Dios era bueno, ¿cómo podíamos explicar el sufrimiento humano provocado por los terremotos, las inundaciones y las erupciones volcánicas? Pues con la culpa. En la historia de Noé los responsables son las víctimas del diluvio, no Dios. Dios tiene su propio plan para la humanidad y suele recurrir a los fenómenos naturales para imponer su voluntad. Así lo vemos en el relato del castigo de Sodoma y Gomorra, o el castigo del faraón y sus súbditos infieles con las plagas de Egipto.

Esta creencia no solo justifica que Dios permite que el mal ocurra, también ofrece una ilusión de control. Si los desastres son un castigo por los pecados, entonces una vida de pureza ofrece la salvación. ¿Pero y qué pasa con los bebés que no han podido pecar y aún así mueren en desastres naturales? San Agustín definía estos desastres como «maldad natural» y creía que la Creación había sido corrompida por el pecado original de Adán y Eva, por eso los desastres naturales eran causados por las decisiones malignas de los ángeles caídos. 

El Nuevo Testamento atribuye gran importancia a los fenómenos naturales, sobre todo si son extraordinarios. Por ejemplo, Mateo afirma que un terremoto se dejó sentir cuando Jesús murió y al momento de su resurrección. En el Apocalipsis de San Juan hay muchas referencias a la capacidad de Dios de exhibir su poderío a través de manifestaciones climáticas y naturales extremas. 

Esta interpretación providencialista de los desastres y la vulnerabilidad de los humanos sometidos a sus efectos, se mantuvo vigente en Occidente hasta la modernidad. 

De hecho, la destrucción de Lisboa en un día tan señalado para la fe cristiana suscitó que científicos y personas de a pie se cuestionasen cómo era posible que Dios, el supuesto responsable de todo lo acontecido en la Tierra, fuese capaz de permitir tal desastre en el preciso momento de la misa de Todos los Santos.

Con la irrupción de la Ilustración y las tendencias secularizadoras, se dio un giro hacia la ciencia en el análisis de los desastres naturales. Sin embargo, a excepción del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y otras voces aisladas, las élites instruidas no cuestionaron si en el origen o en el peligro de los desastres había acción humana. 

Rousseau, en una carta a Voltaire, observó agudamente que “si los habitantes de esta gran ciudad hubieran vivido menos hacinados, con mayor igualdad y modestia, los estragos del terremoto hubieran sido menores, o quizá inexistentes”. Esa vulnerabilidad de los que más sufren los desastres naturales, entendida como una condición social e históricamente producida, se ha convertido en la categoría más importante a la hora de analizar estos fenómenos, ya que es la que mejor evidencia lo multidimensional del hecho de que los desastres ocurran en la intersección entre la naturaleza y la cultura.

Desde la segunda mitad del siglo XIX, la ciencia y la tecnología han permitido reducir la vulnerabilidad de la población gracias a la ingeniería sísmica, a las mejoras en el diseño de los edificios y de los materiales, pero esto también ha hecho que se descargara casi toda la responsabilidad de la reducción de la vulnerabilidad en la ingeniería y se ha generado la ilusión de que la tecnología logrará salvarnos de la “ira” de la naturaleza.

Y además, a este tecno-optimismo se le ha sumado la responsabilización de la reducción de la vulnerabilidad… en el individuo, ¡claro que sí! Desde los años 90, se ha trasladado el mensaje de que cada una de nosotras debe asegurarse contra estos desastres, que es nuestra responsabilidad individual. De ahí viene también el preparacionismo que vimos surgir en Estados Unidos, shocker verdad?

Pero como se ha visto, no se puede una blindar contra los efectos de la DANA en Valencia con una mochila de 72 horas, y los que tienen que estar preparados son los servicios de alerta,  socorro y emergencia. Por eso la percepción del rol del Estado en este asunto está bajo revisión, ya que la vulnerabilidad debe reducirse en escala social a través de las políticas reguladoras, del financiamiento científico y tecnológico y del control de la gestión.

Una vez entendido esto, vamos a ver algunos ejemplos apasionantes de…

Cómo los desastres naturales y cambios climáticos moldearon la historia de la Humanidad

Esta es la parte más molona, debo decir, y vas a alucinar con algunos ejemplos.

Entre 5.000 y 3.000 años A.C. las temperaturas alcanzaron el máximo del Holoceno, entre 1 y 2 grados por encima de los valores actuales: es el periodo conocido como el Óptimo

Climático, durante el cual florecieron diversas civilizaciones.

En África, el cambio climático supuso que el Sáhara se convirtiera en un desierto, el incremento en la variabilidad de la crecida del Nilo y la disminución de las lluvias. Estos cambios se relacionan con el surgimiento del nomadismo y de las migraciones en

busca de recursos hídricos que se han vinculado al nacimiento de la civilización egipcia en el valle del Nilo. Alrededor del año 2.200 A.C., fecha que marca el final del Reino Antiguo y el inicio del Primer Periodo Intermedio (PPI), se registraron una serie de sequías intensas en Oriente Próximo y una serie de crecidas insuficientes del Nilo.

La teoría de que una sequía intensa y simultánea en todo el Mediterráneo Oriental y zonas adyacentes causó el colapso de varias civilizaciones fue formulada por primera vez en 1971 por Barbara Bell en “The First Dark Age in Egypt”. Su autora databa la primera edad oscura entre el 2.200 A.C. y el final de la VI dinastía en Egipto. En ese momento y siguiendo el estudio, una sociedad muy estable habría caído en la anarquía al mismo tiempo en que caía el Imperio Acadio, y Biblos así como otros lugares del área sirio-palestina eran destruidos o abandonados, además de más desastres que causaron el declive de múltiples civilizaciones.

La teoría fue ampliamente aceptada. pero estudios posteriores apuntaron a que el colapso, eclipse o de retroceso de civilizaciones dependía del grado de influencia del cambio climático en el devenir de los acontecimientos históricos, y en la década de los 90 también irrumpió con fuerza la hipótesis catastrofista como los impactos de cometas en la superficie terrestre. Pero también hay estudiosos que defienden que el abandono simultáneo de los asentamientos en el Mediterráneo Oriental en el tercer milenio A.C. se debió a un proceso adaptativo al nuevo entorno medioambiental. Y es que el hombre siempre ha sobrevivido mediante la adaptación a un entorno cambiante. 

Un estudio publicado en 2020 en la revista Scientific Reports afirma que el esplendor del Imperio romano coincidió con el período más cálido de los últimos 2.000 años en la cuenca del Mediterráneo. Las condiciones climatológicas derivaron progresivamente hacia condiciones más áridas y finalmente más frías coincidiendo con el declive histórico del gran imperio.

De hecho, se dice que el peor año para estar vivo fue el 536 después de Cristo, y todo se debe al velo de Justiniano. El gran velo de polvo de Justiniano fue una misteriosa niebla que cubrió el cielo de Europa, Oriente Medio y partes de Asia en el 536 d.C., impidiendo que pasara la luz solar durante 18 meses seguidos, en lo que se conoce como Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía. Las temperaturas en el verano de 536 cayeron entre 1,5 y 2,5 grados centígrados. Tanto frío hacía que incluso nevó en China. Las cosechas se perdieron y llegó la carestía y la hambruna. Poco después, entre el 541 y el 543, la peste bubónica arrasó con la población. En apenas dos siglos, la población mundial perdió entre 25 y 50 millones de personas, es decir, entre el 13 y el 26 por ciento de las personas estimadas en el siglo VI. Según un estudio publicado en Science, este misterioso velo se debía a las erupciones catastróficas simultáneas de hasta 3 volcanes en Islandia, que lanzaron cenizas por todo el hemisferio norte. Europa se hundió y su estancamiento económico duró hasta el año 640, cuando resurgió la minería de plata.

Más tarde, en la península ibérica, científicos del CSIC y la Universidad de Granada liderados por  Francisco Jiménez Espejo y Pepe Soto Chica descubrieron que un periodo de varios años de sequía y las hambrunas siguientes pudieron facilitar la caída de la Hispania Visigoda a finales del siglo VII y principios del siglo VIII. En una sociedad cuya economía y supervivencia se hallaban ligadas al éxito de las cosechas, un periodo tan extremo de aridez significaba hambrunas devastadoras, pobreza generalizada y un debilitamiento general de la población, que quedaba mucho más expuesta a la acción de pandemias como la peste bubónica. Todos estos factores debieron repercutir en la solidez y estabilidad del Reino Visigodo, facilitando su caída ante el avance de las tropas musulmanas.

También te hablé al principio del episodio de la caída del poderoso Imperio Maya, que un estudio publicado en Nature atribuyó a la sequía que asoló la Península de Yucatán durante los siglos XIII y XIV d.C. La falta de agua habría afectado las prácticas agrícolas y las rutas comerciales, lo que exacerbó las tensiones entre facciones rivales y provocó el abandono de los habitantes de la capital Mayapán por hambre o miedo a la guerra.

Por último te cuento un ejemplo con el que vas a alucinar: la erupción del volcán Laki de 1783, que la sismóloga Lucy Jones define como “el desastre natural más mortífero de la historia de la humanidad”. ¿Por qué? Porque está relacionado directamente con el estallido de la Revolución Francesa. Como lo oyes.

El Laki, una fisura volcánica situada al sur de Islandia, estalló cuando la isla apenas tenía cincuenta mil habitantes, pero sus víctimas mortales se cuentan por millones. Jones cree que la erupción del Laki, o más bien la hambruna que la erupción causó en Europa, fue un factor determinante en el desencadenamiento de la Revolución Francesa.

La erupción del volcán Laki duró ocho meses, durante los cuales depositó una capa de lava de quince metros de altura en un área de más de mil quinientos kilómetros cuadrados. Pero fue la deposición de dióxido de azufre en las capas más altas de la atmósfera lo que hizo que una niebla espesa cubriera Europa, provocando problemas respiratorios en tantas personas que faltaron campesinos para recoger las cosechas. 

Además, las partículas de azufre descompusieron la luz solar en la estratosfera y la enviaron de vuelta al espacio, por lo que se produjo un enfriamiento temporal del planeta y el invierno en Europa fue letalmente frío y muchas personas murieron por hipotermia. Se perdieron las cosechas, lo que empeoró la hambruna generalizada. Cuando el hielo se derritió, los ríos se desbordaron, causando grandes inundaciones. Todas estas desgracias, mezclada con el malestar social, fue uno de los detonantes que provocaron el estallido de la Revolución Francesa en 1789.

Y no te creas que esto que pasó en 1784 no puede volver a pasar, ya que se hecho se repitió en menor medida en 2010, ¡seguro que te acuerdas! El volcán islandés Eyjafjalla, que estaba durmiente hacía más de 200 años, entró en erupción en abril de 2010. La columna de humo compuesta por cenizas volcánicas llegó hasta Europa y 20.000 vuelos fueron cancelados durante 4 días.. 

Pero no todas las sociedades que sufren desastres de este calibre son afectadas de la misma manera, no todas colapsaron como un monolito, sino que cada una dio respuestas heterogéneas y varios grados de adaptación o fracaso ante las nuevas condiciones ambientales. La explicación climática no explica estos colapsos o declives, sino que en el proceso intervienen una combinación de factores, de naturaleza social, tecnológica, económica, política y religiosa… vamos, la Historia.

¿Y qué pasa ahora, y más aún, qué pasará en un futuro?

Desastres naturales en la actualidad y los que vendrán

La humanidad está cada vez más expuesta a los peligros que derivan en desastres de origen natural. La elevada vulnerabilidad de determinadas sociedades y la magnitud más violenta de los procesos, la deforestación, los efectos del cambio climático, la contaminación, la destrucción de las defensas ecológicas, la urbanización descontrolada, el aumento demográfico y la concentración urbana son algunas de las causas que hacen que los daños personales y materiales sean cada vez mayores. Pero claro, como ahora tenemos más información, esto aumenta la sensación de que hoy en día se producen más fenómenos destructivos que antes.

Los riesgos, como hemos visto, son más humanitarios y sociales, que naturales: La mayor parte del crecimiento demográfico se está produciendo en las zonas urbanas de los países de África, Asia, América Latina y el Caribe; se calcula que más de 1.000 millones de personas se concentran en grandes ciudades. En muchos casos estas megalópolis están ubicadas en zonas potencialmente peligrosas, como en el caso de Ciudad de México o Managua (Nicaragua), con un riesgo sísmico muy elevado.

En los últimos años se ha producido un aumento de los llamados «pequeños desastres» (con menos de 100 muertos), lo que implica que las acciones locales para prevenir y mitigar los riesgos geológicos no son del todo efectivas, o más bien no existen en muchas zonas del planeta.

Además, la mayor parte de los esfuerzos por paliar los efectos de las catástrofes de origen natural han ido destinados a las acciones de emergencia, la reconstrucción de viviendas, la atención de las víctimas y, no tanto, a la prevención y la mitigación, que son aspectos clave que hay que tener en cuenta a la hora de planificar una correcta gestión del riesgo. Además, se piensa en clave global, pero no se va a lo local, que es donde se necesita implementar estas acciones.

En el futuro, y si seguimos a este ritmo de emisión de gases de efecto invernadero, debemos esperar más desastres y de mayor intensidad, además de una gran migración del sur global hacia el norte por razones climáticas.

Por otro lado, hay nuevas amenazas que podrían ser catalizadas por los efectos del calentamiento global como… la erupción del volcán Mont Erebus, que está sepultado por los hielos de la Antártida, que en realidad es una zona llenita de volcanes durmientes, hasta 100, que han aumentado su actividad volcánica cuando la capa de hielo ha sido más fina, toma ya!

¿Se podrá utilizar la Inteligencia Artificial para predecir los desastres naturales? Es posible, alimentando los modelos de predicción, que antes deben ser perfeccionados y ahora necesitan ser continuamente adaptados a las condiciones cambiantes… pero no nos olvidemos de que existen desastres que no avisan, o que con la emergencia climática han cambiado sus síntomas… estamos ante un escenario muy impredecible, y eso es algo ante lo que la tecnología nos puede ayudar, pero desde luego no nos puede salvar. Solo dejar de seguir alimentando al monstruo (o sea, cortar radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero,) y adaptarnos todo lo posible a lo que ya estamos viviendo, podrán ayudar a minimizar el impacto de estos desastres.

Conclusión

No sé si te has dado cuenta, pero llevo un buen rato diciendo una cosa MAL, pero MAL, MAL. Todo el rato hablo de desastres naturales, pero los desastres no son naturales, lo que pasa en la Naturaleza no es un desastre, es pura física y es “natural”, pero no es intrínsecamente “malo”, sino que simplemente, ES. Los desastres son sociales, no naturales. Ese es el problema, que nos afectan a nosotros y alteran nuestra imagen del mundo. Y de eso vamos a hablar. De alteración, cambio, metamorfosis. 

Los desastres naturales, como hemos visto, son consecuencia directa de las fluctuaciones inevitables en el entorno natural que son necesarias para la vida en la Tierra.

“El desastre es el resultado de la confluencia entre un fenómeno natural peligroso y una sociedad o un contexto vulnerable”, no se trata solo de un hecho natural, puesto que lo que determina que estemos en presencia de un desastre es precisamente la asociación que tiene con la vulnerabilidad y falta de gestión de riesgos por parte de las diversas comunidades.

Sí que ha habido desastres naturales a lo largo de toda la historia, lo que ha empeorado es la frecuencia y la intensidad y con ello la gravedad de sus consecuencias para la población, ya que está mucho más expuesta al acumularse en zonas vulnerables, inundables, etc. El aumento de la temperatura global ha hecho que los incendios sean más voraces por la sequedad del ambiente y del suelo, con una fuerza increíble, que las inundaciones descarguen más agua al acumular las nubes de lluvia más agua del mar, que los huracanes sean más fuertes también porque acumulan mayor fuerza en el mar con las altas temperaturas…

Ulrich Beck en “La metamorfosis del mundo” le da la vuelta a la pregunta de  ¿qué podemos hacer frente el cambio climático? y plantea ¿en qué nos afecta el cambio climático, cómo altera el orden social y político? Este cambio de perspectiva, como señalan Mercedes Pardo-Buendía y Jordi López Ortega, nos permite pensar más allá del apocalipsis y la salvación. Optimistas y pesimistas viven en una misma cosmovisión que relegan a “un segundo plano el enfoque sociológico del cambio climático”. El cambio climático provoca, como señala Ulrich Beck, una “conmoción antropológica”, ya que no está transformando el mundo, sino nuestra imagen que tenemos de él. El cambio climático, por así decir, actúa como un ácido que corroe nuestras convicciones, nuestras coordenadas y nuestros marcos culturales de referencia. 

El cambio climático es el resultado del éxito de la sociedad industrial que, incapaz de reflexionar críticamente sobre sí misma, corroe sus propios fundamentos. Es decir, los “desastres naturales” que estamos viviendo no son de ninguna manera naturales, sino que son esencialmente causados por un fenómeno bastante artificial, y es el cambio climático que ha provocado el hombre.

Si entendemos el cambio climático como una metamorfosis como dice Ullrich Beck en vez de como un cambio, veremos que éste encierra amenazas tremendas, pero también la oportunidad de cambio real 

¿Te acuerdas del pueblito griego que te mencioné, Metamórfosi? Tras el paso de la tormenta Daniel que arrasó el pueblo en 2023 y se cobró la vida de dos vecinos, hicieron asamblea y decidieron trasladarse a un lugar seguro, como les recomendaban los hidrólogos. El pueblo originario sigue existiendo y se puebla en épocas sin riesgo de inundación, pero los vecinos se van al nuevo emplazamiento cuando amenaza lluvia… Metamórfosi se ha adaptado a las nuevas condiciones climáticas, ha metamorfoseado en un pueblo semi-nómada cuyos habitantes siguen existiendo pero de una forma distinta.

¿Cómo, ante la catástrofe, podemos ayudarnos y podemos ayudar a quienes nos rodean a sobrevivir y a vivir mejor? El ser humano, hasta hoy, ha salido siempre adelante. Y lo ha hecho por medio de la comunidad, de la adaptación, y de los relatos.

Bibliografía

Libros

“Desastres. Cómo las grandes catástrofes moldean nuestra historia” (Lucy Jones) Capitán Swing, 2021

Breve historia de los desastres naturales

“Historia mundial de los desastres. Crónicas de guerras, terremotos, inundaciones y epidemias” (John Withington)

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Papers

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Kennett, D.J., Masson, M., Lope, C.P. et al. Drought-Induced Civil Conflict Among the Ancient Maya. Nat Commun 13, 3911 (2022). https://doi.org/10.1038/s41467-022-31522-x 

Cordero Fernández, Macarena. (2022). LA HISTORIA DE LOS DESASTRES, SUS CATEGORÍAS, Y ALGUNAS NOTAS PRELIMINARES PARA EL ESTUDIO DE LOS FUNDAMENTOS CULTURALES Y DEL DESARROLLO HISTÓRICO DE LA VISIÓN PROVIDENCIALISTA DEL DESASTRE. Revista de Historia Social y de las Mentalidades. 26. 251-276. 10.35588/rhsm.v26i2.4908.

Los desastres naturales a lo largo de la edad Moderna, un caso particular: el terremoto de Lisboa de 1755: proyecto de exposición

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Jon Camuera , Francisco J. Jiménez-Espejo, José Soto-Chica, Gonzalo Jiménez-Moreno, Antonio García-Alix, María J. Ramos-Román, Leena Ruha & Manuel Castro-Priego Drought as a possible contributor to the Visigothic Kingdom crisis and Islamic expansion in the Iberian Peninsula https://www.nature.com/articles/s41467-023-41367-7.pdf 

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Ordaz, J. (2001). Desastres naturales y catastrofismo en el siglo XVIII. Cuadernos De Estudios Del Siglo XVIII, (10-11), 93–106. https://doi.org/10.17811/cesxviii.10-11.2001.93-106

Podcast

Los terremotos no son desastre naturales, sino sociales

https://open.spotify.com/episode/0RA7tOsdXHyoixmJW0wKQz?si=zBG6_BneRY27hlLUIjkPWA

5W: Cómo afectan los desastres naturales en el mundo

La IA y la predicción de desastres naturales 

Vídeos

Metamorfosis y cambio climático | PutoMikel

RTVE Metamorfosis climática

https://www.rtve.es/play/videos/en-portada/metamorfosis-climatica/16123398

Así fue la erupción del volcán Toba, la más grande de la historia: dejó sin verano al planeta

El súper volcán invisible que amenaza Europa 🌋

Artículos

Why 536 was ‘the worst year to be alive’

https://www.science.org/content/article/why-536-was-worst-year-be-alive

Could melting ice wake up Antarctica’s volcanoes?

https://www.science.org/content/article/could-melting-ice-wake-antarctica-s-volcanoes

Cambio climático: entre el colapso y la metamorfosis social

https://theconversation.com/cambio-climatico-entre-el-colapso-y-la-metamorfosis-social-128655

Desastres naturales en el mundo antiguo

Cómo los desastres naturales moldearon la historia de la humanidad

https://cadenaser.com/cmadrid/2024/11/04/como-los-desastres-naturales-moldearon-la-historia-de-la-humanidad-ser-madrid-sur

Antecedentes Históricos de los Desastres de Origen Natural

https://www.construmatica.com/construpedia/Antecedentes_Hist%C3%B3ricos_de_los_Desastres_de_Origen_Natural

Importancia Socioeconómica de los Riesgos Geológicos y los Desastres de Origen Natural

https://www.construmatica.com/construpedia/Importancia_Socioecon%C3%B3mica_de_los_Riesgos_Geol%C3%B3gicos_y_los_Desastres_de_Origen_Natural

Los Efectos de los Desastres y la Resiliencia de las Regiones

https://www.construmatica.com/construpedia/Los_Efectos_de_los_Desastres_y_la_Resiliencia_de_las_Regiones

Naturaleza furiosa: los desastres naturales más devastadores de la historia

https://sigmaearth.com/es/raging-nature-historys-most-devastating-natural-disasters

Los mayores desastres naturales de la historia de España

https://www.eldebate.com/historia/20241101/mayores-desastres-naturales-historia-espana_240790.html

La historia negra de los desastres naturales en Europa

https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2024/11/04/67266a22e4d4d88f238b45af.html

Los 7 desastres naturales más mortíferos del último siglo en España

https://www.nationalgeographic.com.es/medio-ambiente/10-desastres-naturales-mayor-numero-victimas-mortales-espana-entre-1900-y-2024_23585

La DANA es ya el mayor desastre natural de la historia de España

https://www.expansion.com/sociedad/2024/10/30/67222b71e5fdeabf0e8b4571.html

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